lunes, 24 de octubre de 2011

Capítulo 4

Se puso a contarme cuál era el plan. Era sencillo, sin muchas vueltas.
-Quiero ir en tren.- Se me ocurrió.
- No.- Se limitó a contestar mientras compraba algo para comer.
-Por qué?- Insistí.
-Eso mismo pregunto yo.- Prosiguió.- No compliques las cosas.
No contesté. Simplemente me gustaba viajar en tren, pero por esta vez me sometería a obedecer a mi hermano. El autobús estaba por arrancar, y apresuradamente subimos a él. No quedaban muchos asientos así que tuve que sentarme al lado de un niño, y mi hermano al lado de una chica. Delante mío había una anciana que estaba tan operada como si fuese posible. Estaba vestida con un largo saco de color rosado, al igual que su pantalón. Llevaba unos zapatos de tacos muy exagerados. Cada diez minutos aproximadamente, sacaba un espejo de su enorme cartera, y se maquillaba. Al lado de esta, había una señora muy grande, su cabello tenía rulos desarmados y rojizos. Daba un aspecto atemorizante, parecía haberse maquillado con la escopeta de Homero Simpson. Además, llevaba un vestido viejo con flores. Cruzando el pasillo, estaban sentados una pareja, o eso parecía. Ambos tenían un aspecto de tristeza. Ella tenía el cabello lacio y oscuro, al igual que sus ojos. Era sumamente pálida, y llevaba una rosa seca en sus manos. Él, en cambio, tenía el cabello dorado y unos llamativos ojos azules, parecía no tener expresión en su rostro. Atrás de ellos, se encontraba una mujer con un vestido blanco y sucio. Era muy delgada, tenía ojeras y estaba sumamente despeinada. No paraba de hablar con ''su acompañante'', que por cierto, no había nadie allí, y comentaba sobre cada uno de los que estamos allí. Más adelante, había un vagabundo que dormía sin ninguna preocupación. Al parecer el niño que estaba a mi lado, notó lo mismo. 
-Hola.- Le dije sumamente feliz, tratándolo como a un niño aún más pequeño.
-Hola.- Contestó algo molesto.
Decidí no hablarle más, estaba algo enojado parecía ser. Volteé a ver a mi hermano, y esperadamente, estaba seduciendo a aquella chica que estaba a su lado. Hice un gesto de desaprobación y él me guiñó el ojo. Seguí observando la situación en aquel lugar, la chica de mirada melancólica decía cosas en voz baja y se aferraba a la rosa que tenía en sus manos. Empezaba a causar algo de miedo. En realidad, eso parecía un camión lleno de fenómenos dirigiéndose a un circo. De a poco iban pesandome los párpados, y me hundí en un profundo sueño.
-Angie!-Escuché.- Despierta!
-Qué? Donde estoy?- Pregunté y observé mi alrededor.
Seguía allí, pero con la sola diferencia de que ya no había nadie, me hubiese gustado despedirme de ellos, pero en fin.
-Vamos!- Contestó mi hermano.
Bajamos de allí, los rayos del sol lastimaban mis ojos, era mediodía. Estábamos en un pueblo absolutamente raro. Las calles eran de piedra, había ancianas con la cabeza cubierta con pañuelos, niños sentados en las calles sin decir una sola palabra, y ensima de todo esto, hacía un calor insoportable. 
-Félix... donde estamos?-Pregunté preocupada y él solo se limitó a mirarme.- No sabes verdad?
-Si se...- Contestó.
-Y bueno, donde estamos?- Pregunté nuevamente.
-Emm pues...-Dijo y con la mano en la nuca, como pensando.
-No lo sabes.- Afirmé.
-Y qué si no lo sé? No puedo saber donde estamos todo el tiempo, no estube en todas partes.- Contestó.
-Me parece que alguien no durmió bien anoche..-Dije.
-Cállate.- Contestó él.
-Oblígame.- Dije, estaba comenzando a enojarme.
Para ese entonces toda la gente estaba mirándonos, era muy incómodo. Una señora de aspecto sucio, que ya nos observaba desde antes, se acercaba cada vez más...

martes, 18 de octubre de 2011

Capítulo 3 Highway to hell..

Me acerqué a la puerta de su habitación, estaba cerrada. Golpeé y nada. No quería hacerlo más fuerte, sino mis padres despertarían. Pero no me quedó otra opción.
-Quién es?-Preguntó del otro lado, con voz de zombie.

-Yo!-Contesté.- Abre!
Abrió la puerta lentamente, por un segundo creí que era un sonámbulo, pero eso cambió rápidamente.
-Qué haces en mi habitación?- Preguntó.
Comencé a contarle todo, y hasta exagerando las cosas, como solía hacer siempre. 
-Espera.- Dijo mirando hacia algún punto de la pared.- Quieres que  escapemos a otro país, otro continente, nosotros solos por una cosa que supones que es así? Qué ocurrencia es esa?
-Una ocurrencia! Qué va a ser?- Dije.-Además, yo preferiría llamarlo ''Viajar a otro país sin antes haberlo anticipado''

-Jaja.-Rió él.- Suena bien...
-Entonces...?- Esperé su respuesta.
-Mmm.-Dudó.- Está bien...
-Enserio?- Dije y sonreí.
-Si.- Prosiguió.- Pero apúrate, no valla a ser cosa de que despierten.
Y así fue como salimos sigilosamente de casa, nada más con pocas cosas. No sabíamos como ir, ni como llegar. Ni siquiera a que dirección partir. Nuestros padres tenían bastante dinero, tranquilamente podríamos viajar en barco, incluso en avión, pero así sabrían a donde nos dirigimos. Lo único que teníamos a nuestro favor eran los pasaportes, ya habíamos salido del país anteriormente. Comenzamos a caminar por aquellas frías calles, los faroles iluminaban suavemente cada paso que dábamos. Parecía ser un pueblo fantasma, el silencio que reinaba allí era absoluto. Faltaría poco para el amanecer? Probablemente. Seguimos caminando, sin rumbo alguno. O al menos eso creía.
-A donde vamos?- Pregunté seguido de un bostezo, no había dormido en toda la noche.
-No lo sé.-Contestó.- Probablemente tomemos un autobús hacia algún puerto, y de allí, abordemos un barco de inmigrantes, allí nunca podrían encontrarnos.
-Woow.-Me asombré.- Eres brillante.
-Lo sé.- Dijo y sonrió.
Al cabo de una hora estábamos caminando por una desolada ruta. Ya se acercaba el amanecer trayendo consigo esa brisa fría que te causa escalofríos. El cielo comenzó a pasar de azul a anaranjado. Al cabo de un rato, comenzaron a pasar los primeros autos por allí. Paramos un par de horas al costado de la ruta, a los pies de un árbol donde los penetrantes rayos del sol no llegaban. Pasaron horas, pero parecieron minutos. De repente desperté, no entendía nada, hasta que recordé como y donde estaba. Volteé y Félix aún dormía.
-Eh!- Dije tratando de despertarlo.
-Qué sucede?- Preguntó sin comprender nada.
-A donde vamos?- Pregunté esta vez.

Él solo se limitó a empezar a caminar, pretendiendo que lo siguiera. Poco después, un anciano que pasaba por allí con su camioneta, se ofreció a llevarnos. 
-Hacia donde se dirigen niños?- Preguntó con una voz de quien acababa de levantarse. Con mi hermano nos dirigimos una mirada.
-Hasta la parada de autobuses.- Contesté, sin saber.
- Yo me dirijo cerca de allí.- Prosiguió el hombre.- Suban...
Subimos,los escalones estaban algo viejos, por lo cual fue difícil. Se acercaba la noche, y con ella todos los ruidos que trae. Mientras yo estaba entre el sueño y la realidad, aquel anciano le había contado toda su vida a mi hermano 3 veces, y de atrás para adelante, cosa que inevitablemente escuché. Las horas pasaban, lo que me hizo dudar sobre a donde nos estaría llevando aquel hombre. Pero a Félix se lo notaba tranquilo, y él sabía ubicarse mucho mejor que yo. Al cabo de poco tiempo, o mucho, quién sabe; llegamos. El lugar estaba iluminado, y solo había unas pocas personas allí, en su mayoría vagabundos, y gente que no se veía un día normal en la calle. O eso creía yo, después de todo, me había criado prácticamente dentro de mi casa con sirvientes, mucamas, niñeras, y todo lo que quisiese. Sabía muy bien que esto de ''vivir'' en la calle, no me sería algo fácil. 
-Bueno, creo que llegamos.- Rompió el silencio el hombre.
-Muchas gracias.- Contestó mi hermano y se bajó de allí.
-Adios!!!-Contesté como si lo conociera de toda la vida, él rió.
Seguimos caminando, hacia una ventanilla, donde había una mujer casi dormida. 
-Eemm.- Dije para llamar su atención.- Disculpe...
- Qué? Ah! Si, que se les ofrece?- Preguntó desganada.
No presté más atención sobre qué le decía mi hermano. Comencé a observar a las personas que estaban a mi al rededor. Cuantas historias tendrían para contar seguramente, y yo... absolutamente nada. 
-Oye, me estás escuchando?- Se quejó mi hermano.
-No.- Respondí simplemente, y se puso a contarme cuál era el plan...                                                                                           

domingo, 16 de octubre de 2011

Capítulo 2

Pero, algo extraño dentro de una caja, llamó toda mi atención. Era una fotografía vieja,en blanco y negro. Estábamos mi hermano y yo sonriendo frente al Big Ben, en las frías calles de Londres. No recordaba cuando fue que habían tomado esa foto, ni mucho menos, ni siquiera recuerdo haber estado en Londres. Esa imagen me traía una terrible nostalgia y ganas de ir allí. Todo era tan lindo, calles de piedra, faroles en las calles, Beatles, monumentos, soldados. En ese punto de mi delirio sentí que golpearon la pequeña ventana del sótano.
-Angie!- Escuché una voz y me acerqué, era Ana.-Y? Lo encontraste?
-No, pero mira esto- Contesté y la ayudé a entrar por aquella ventana.

-Qué pasa?-Dijo y miró hacia su al rededor.- Esto necesita una buena limpieza.
-Mira.- Dije y le extendí la foto.
-Qué? Tu fuiste a Londres y no me llevaste?- Comentó.
-No lo sé... -Respondí nuevamente.- No recuerdo.
Ana solo se limitó a hacer un gesto de desaprobación.
-Esto del alcohol se te está llendo de las manos eh?- Bromeó.- Bueno, tengo que irme, nos vemos más tarde?
-Supongo.-Contesté mientras ella salía nuevamente por la pequeña ventana.

Si que estaba sucio ese lugar. Y, como no tenía nada más que hacer, opté por ordenar un poco. Levanté un par de cajas y había muchísimo polvo, y arañas. Pero en otras, encontré aún más fotografías. Que extraño, no recordaba haber estado nunca allí. Seguramente mis padres y mi hermano ya estarían en casa, así que decidí preguntarles. Además, ya estaba oscureciendo, y no es muy lindo estar de noche en un sótano que digamos. Subí las escaleras corriendo, y tropecé. Enseguida me levanté llena de polvo y llegué allí, arruinando la paz que reinaba en la sala.
-Mamáaaaaaaa!- Dije agitada.
-Qué sucede?-Contestó sin apartar la mirada de una revista.
-Mira! Alguna vez fuimos a Londres?- Al terminar de decir esto, mis padres se dirigieron una mirada cómplice.
-De donde sacaste eso?- Preguntó mi padre preocupado.
-Del sótano.- Contesté.

-Y qué hacías allí?- Preguntó mi madre esta vez, comenzando a alterarse.
- Pues es mi casa, tengo derecho. Y van a responder mi pregunta?- Dije, y volvieron a mirarse.

-Mira, será mejor que te olvides de esto.- Dijo mi padre y rompió la fotografía.
-Qué haces?!- Dije, no podía creerlo.
Vi como caían los pedazos al suelo, su comportamiento era injustificable. Desde ese momento, en mi casa no se dijo una palabra más. El ambiente luego de aquello era muy raro. Además de que mis padres trabajaban todo el día, solo nos dirigían unas pocas palabras. Qué tendría de raro aquello? Sabía que esa noche no iba a poder dormir. Y como era de esperar, así pasó. Me levanté a media noche, todo era silencio allí. Debía buscar algo que me diera alguna pista. Estuve horas allí, revolví todos los cajones de la casa, revisé cada uno de los muebles y solo encontré un par de cosas. Al parecer, teníamos un tío en Londres, por lo que pude averiguar, era algo así como un físico cuántico. Por alguna razón mis padres no querían que fuéramos allí. Como casi todas las cosas que decían ellos, no tenían sentido, o al menos eso creía. Como mi hermano se había peleado con mis padres, no tuve mejor idea decirle de escapar hacia allí...