sábado, 28 de abril de 2012

Bueno gente, para los que sean de Argentina:

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La idea es juntarse el sábado 12 de mayo en el obelisco, ya que Paul todavía está acá en Sudamerica. Porque tocó en un montón de lugar y acá no, bueno eso, si pueden vayan!

viernes, 20 de abril de 2012

Bueno, el fin de esta entrada es decirles que como ya no leen el fic, si bien tenía muchísimas ideas, creo que lo voy a terminar ya. Me gustaría seguirlo, pero bueno no voy a escribir para nada, asi que probablemente el siguiente capítulo sea uno de los últimos.

lunes, 16 de abril de 2012

Capítulo 63

Todos los instrumentos sonaban a un compás que no podía determinar con tanta facilidad como lo hubiese deseado, pero sonaba realmente impresionante. No se oía ni el más mínimo susurro dentro de la gran sala. Y ese era el momento que podría definir completamente el futuro. Si había algo que odiase, era ser tan indecisa, pero debo admitir que este no era el caso.


Tomé el estuche de mi saxofón y suspiré una última vez. No comprendí nunca de donde saqué tanto valor, pero lo abrí. Tomé a la pequeña criatura y me acerqué hasta el escenario. Estábamos justamente detrás de la orquesta, por lo que ellos no se percataron de nuestra presencia y siguieron tocando. Pero a excepción de ellos, todas las demás personas si lo habían hecho y podía sentir la intensa mirada de cada uno de ellos. 
En el rostro del pequeño monstruo se dibujó la típica y odiosa sonrisa macabra que tanto odiaba.


Entre un forcejeo logró soltarse de mí, cual animal encerrado en una jaula. Corrió por detrás de la orquesta de un lado a otro, y yo iba persiguiéndolo detrás. Me sentía sumamente avergonzada y por sobre todas las cosas nerviosa, pero no había vuelta atrás. La extraña criatura, Alison llamémosle, hizo un extraño movimiento, en el intento de escapar, por el  cual casi cae al suelo. Pero logré atraparlo. Lo tomé de la mano y lo llevé, casi a la fuerza, al medio del escenario. La orquesta no había dejado de producir ni una sola nota, y no lo harían pase lo que pase, eso era el dilema de Ronald. Recordé a este extravagante profesor y dirigí mi vista hacia donde se encontraba parado anteriormente. Estaba tendido en el suelo y varias personas trataban de abanicarlo con viejas revistas enrolladas, o algo por el estilo. Y comprendí que se había desmayado, iba a matarme.


Pero ahora despejé mi mente y me centré en mi objetivo. Una melodía bastante alegre sonaba de fondo, algo como una tradicional de italiana. Así que tomé a la pequeña criatura de las manos y comencé a bailar de forma ridícula. Se oyeron varias carcajadas provenientes del público, y algunas de la propia orquesta. La expresión de la criatura cambió radicalmente. Era una mezcla entre una desagradable sorpresa y también vergüenza, puedo llegar a afirmar que hasta me causó algo de miedo aquella expresión.


De forma intencional, o quizás no, las personas que tocaban esa melodía tan atrapante, comenzaron a aumentar la velocidad poco a poco. Por lo que debí bailar aún de forma más ridícula todavía, las carcajadas fueron aumentando. De un segundo a otro todo se tornó tan gracioso, que hasta era algo de no creer. Algunas risas eran tan melodiosas que daba placer oírlas, y otras algo más groseras, pero espontáneas. Podía notarse en la expresión de la criatura que estaba realmente avergonzada y fastidiada, que por un momento me causó algo de pena. Pero poco a poco a medida que las risas iban apoderándose del lugar, su tamaño disminuía. Y de un segundo a otro, era tan pequeño que casi no se podía advertir su existencia. De pronto... desapareció! Y quede allí parada en el medio del escenario, sin nada que hacer o decir.




Iba acompañada de un profesor, caminando feliz por el pasillo. Si, feliz. No sé muy bien por qué, pero creo que todas las personas de la escuela esperaban que esto suceda algún día, y alguien debía hacerlo!


-Sabes a donde nos dirigimos?-Preguntó serio el profesor que iba a mi lado.
-A la dirección?-Lo sabía exactamente. Lo más probable era ser expulsada. Y si eso sucedía, ya no podría molestar a Keith.
-Adivinaste.-Contestó él.
-Van a expulsarme?-Pregunté insegura.
-No lo sé.-Se limitó a contestar él.
-Angie...-Oí a alguien llamarme. Su voz se me hacía tan conocida.
-Hola George.-Lo saludé y volteé a John.- Lennon...
-Tenemos que decirte algo.-Prosiguió el guitarrista cabizbajo.
-Lo siento, ahora no puedo.-Me disculpé y seguí caminando a la par del profesor, quien me miraba algo mal.
-Pero es importante!-Dijo John a lo lejos.
-Luego!-Fue lo único que atiné a decir, antes de entrar en la oficina del director.




Me encontraba hacía media hora sentada delante del escritorio de aquel hombre. No se si hombre era la palabra indicada, ya que no debía tener más de 35 años. Los rayos de luz que apenas entraban por la ventana, hacían relucir su rojo cabello.


-No hace 2 meses que trabajo aquí y ya has estado en dirección incontables veces.-Dijo de un modo serio, que no supe que decir. Pero luego esbozó una sonrisa.
-Así es.-Dije y bajé la mirada.
-Desorganización de un acto formal, incitación al descontrol entre alumnos, ocacionar el desmayo del personal de trabajo...-Enumeró las cosas que yo había hecho, pero continuó en voz baja.


Varios profesores y autoridades entraron a la sala. Todos iguales entre sí, formales con cara de pocos amigos. Discutieron un largo rato en una pequeña habitación que había allí, y yo debía esperar sentada en la sala principal. Lo que me ponía demasiado nerviosa. Ya sabía la habitación de memoria desde donde estaban los muebles ubicados, hasta que tipos de cuadros descansaban allí, debido a la enorme cantidad de tiempo que se tomaron en discutir mi situación.


De pronto la puerta de ese sub-cuarto se abrió y todos los profesores y autoridades se fueron tal como entraron, serios y sin saludar.


-Angela.-Dijo el director.
-Si?-Contesté más que nerviosa.
-Estuvimos un largo rato discutiendo cual era la mejor decisión que tomar...-Comenzó a hablar.
-Ya lo creo.-Comenté mirando el reloj. Él sonrió, era encantador. Creo que si hubiese dicho eso a la antigua directora ya estaría expulsada, en detención y 3 metros bajo tierra.
-Verás, eso normalmente debe ser castigado con la expulsión.-Dijo ahora, pero ese ''normalmente'' me daba cierta esperanza.- Pero considerando que eres muy buena alumna, con notas bastante altas, esta vez queda perdonada Smith. Aunque todos admitimos que esto debía pasar algún día.
-Gracias!-Me emocioné.
-No hay de que.-Contestó sonriendo.
-Tienes razón, después de todo soy una heroína, los salvé a todos. Es más, deberían darme un reconocimiento.-Bromeé.
-Si, como digas Smith.-Contestó. Al parecer se le hacía divertido llamarme por mi apellido.


Salí de allí bastante feliz,pero algo me sorprendió. George y John aún seguían allí. Definitivamente algo estaba mal, conociendo su forma de ser, en especial el carácter de Lennon. Al percatarse de mi presencia, ambos se pararon de su asiento y me dirigí hacia donde estaban.


-Y bien... que sucede?-pregunté bastante preocupada.
-Es que...-Dijo George rascando su cabeza de un modo pensativo.
-Están comenzando a preocuparme.-Dije. George bajó su mirada como si sus zapatos fuesen lo mas interesante en este momento.
-Es Stuart...-Comenzó John.
-Que pasa con Stu?!-Pregunté ahora, más que preocupada, temiendo lo que alguien del futuro sabía.
-Él... falleció.-Terminó con el misterio George...








Hola wachos (?) Volví y no tengo inspiración, pero voy a tratar de subir 1 capítulo por día si puedo. Gracias por leer, los amo :') (?)
PD: estoy bajoneada porque no pude ir a ver a Paul a Uruguay :'(


Isabella: Si, me encantan los Arctic Monkeys. Los amo, los amo, los amo, los amo, los amo. Y Alex es lo más hermoso del universo! Yo tambien quiero hablar con vos (?) Acá te dejo una foto para que te deleites (?) 






 Alex y Paul 

domingo, 8 de abril de 2012

Capítulo 62

Los días habían pasado, nada estaba fuera de lugar, Arthur venía casi todos los días a mi casa e íbamos a visitar a Lucy, eran como mis hermanos pequeños. Con respecto a Keith, hacía unos días que hablábamos de un modo bastante cortante, ya saben como es eso, estúpidas peleas de novios.


Me levanté con un fuerte trueno que hizo vibrar las paredes, una fuerte tormenta estaría por llegar. Y hay que ver como era de molesto el clima, ya que todos los anteriores días un sol resplandecía en las alturas. Hoy era el día en que la orquesta del colegio debía presentarse en un pequeño acto que se realizaba allí. Como aún seguía con el brazo enyesado, no podía tocar, pero al menos iría a ayudar, o más bien pasar el tiempo. Además, estar tanto días sin hacer nada, estaba causándome problemas existenciales.


Así fue como después de desayunar partí hacia el colegio. Iba caminando con un paraguas, no era que no me gustase la lluvia, más bien no podía mojarme. Curiosamente Steve no estaba donde siempre se encontraba, así eran ellos, había épocas en los que no daban señales de vida. 


Crucé en umbral de la gran puerta y para mi sorpresa me llevé una grata sorpresa, Johny el pequeño George descansaban sobre unos bancos de madera. Había dos opciones válidas que podrían explicar su presencia allí: simplemente molestar o... molestar.


Pero desgraciadamente me equivocaba. Nunca en mi vida había deseado tanto que John esté allí solo para molestar. Debí haberlo sabido desde un principio, al ver sus expresiones, pero ahora no me quiero adelantar al relato.


Quise acercarme hacia donde estaban ellos, pero me fue imposible ya que el timbre había sonado y en un segundo ese lugar se llenó de estudiantes que iban hacia sus salones de clases correspondientes. Cuando por fin los pasillos se despejaron, ellos ya no estaban allí. ''Que extraño'' pensé. Pero por una extraña razón no presté atención y me dirigí hacia donde debía.


Caminar por los pasillos desolados del viejo colegio ya no me parecía divertido, en especial desde que aquella criatura había provocado que me rompa el brazo. A Arthur le parecía  divertido, pero yo no le encontraba nada de gracioso.


-Angie!-Oí detrás de mi.
-Alison, hola!-Correspondí el saludo.
-Tenemos que hablar, no sabes todas las cosas que pasaron aquí en tu ausencia.-Me dijo emocionada.
-Enserio?-Pregunté.
-Si! Bueno Angie, tengo que irme a clases, pero, el medico no te dijo que hicieras reposo, que haces aquí?-Dijo ella.
-Vine a ayudar a Ronald.-Comenté.
-Me parece bien.-Dijo ella.- Te veo luego?
-Claro.-Contesté y sonrió dulcemente. Se dio la vuelta para dirigirse a su aula.-Alison, cuidado!


Pero era demasiado tarde, ya había chocado con aquel muchacho que traía un frasco de pintura y había quedado completamente azul. Él no había prestado mucho interés pero se lo notaba algo nervioso, o... ¿asustado? Por el contrario, ella dirigiéndole una sarta de insultos, se dirigió al baño.


Era una graciosa situación, pero ahora no tenía tiempo para apreciar a Alison en su forma de avatar, así que me dirigí a donde me interesaba.


-Permiso.-Dije abriendo la puerta.
-Oh Angie, tanto tiempo! Como has estado?-Dijo él.
-Bien Roonie, gracias.-Contesté a mi agradable profesor.-Venía para ayudar, digo, si es que...
-Excelente! Puedes revisar si las guitarras están afinadas? Mientras iré a dejar esto a la dirección.-Dijo sosteniendo varios papeles.
-Claro.-Contesté y a continuación salió por la puerta.


Un enorme silencio se apoderó de la habitación, así que decidí romperlo haciendo lo que Ronald me había pedido. Para mi alivio todas parecían estar afinadas, pero ahora me aburría enormemente. Por un momento se me cruzó por la cabeza ir a los pasillos en busca de la criatura, pero no hizo falta. Estaba apoyado en el marco de la puerta son esa sonrisa espeluznante y diabólica.


Se acercó de repente caminando con una postura encorvada y levantó una ceja en forma de curiosidad al ver mi brazo. Y, como era de esperar, soltó una fuerte carcajada que hubiese puesto los pelos de punta hasta a el mismísimo Chuck Norris. Pero algo muchísimo más importante llamó mi atención, estaba dejando huellas ¡azules! y además de eso, sus manos también estaban de ese color.


-Alison?-Pregunté en una mezcla de confusión y decepción.


Al parecer la criatura también se sorprendió, bastante, pero de igual forma sonrió malvadamente.Una idea brillante pasó por mi cabeza como un rayo. Puesto a que el estuche de mi saxo estaba sobre la mesa, y el instrumento sobre otra, osea que estaba vacío, fingí sorprenderme de algo que estaba tras él. Y de curioso, o tal vez metido, volteó. Solo fue un segundo, pero lo aproveché y arrojé el estuche sobre él, inmediatamente lo cerré, dejándolo encerrado dentro.


-No voy a dejarte escapar.-Dije al oír los fuertes golpes que estaba haciendo desde adentro.


Al principio eran fuertes, pero poco a poco, resignado, fueron cesando. Pensé varios minutos en las palabras exactas que había producido la señora gorda del cuadro. Y recordé que podían tomar forma humana, sin dudas era ella, debía haberlo sabido. De la forma en que Annica había querido advertírmelo, y de lo extraño que era cuando luego de cada aparición de la criatura, Alison siempre estaba allí, también en el interés por los nuevos. Me sentía verdaderamente decepcionada, por fin estaba considerando a esa chica una amiga, pero siempre sus grandes ojos había reflejado algo de frialdad. También estaba bastante enojada con Steve y Pete, debían haberme dicho! Pero recordé que también la señora gorda había dicho que lo que más odiaban era que se burlaran de ellos, y si hacía en masa, incluso podía desaparecer. Otra idea cruzó mi cabeza rápidamente.


-Es ingeniosa, pero aún así podrían echarme del colegio.-Dije en voz alta, involuntariamente.
-Por qué podrían echarte?-Oí a alguien decir, y me sobresalté. Era Ronald, ya había vuelto y no me percaté de su presencia. 
-Nada...-Me apresuré a decir. Y puesto a que él era muy perfeccionista y no quería que nada salga mal, siguió con sus cosas, sino me hubiera visto en un verdadero interrogatorio. 


Ronald iba de un lado a otro, afinando instrumentos, colocando cuerdas, acomodando todo, incluso lo que ya había acomodado. De vez en cuando yo dirigía una mirada al estuche, cuidando que no se moviera ni nada por el estilo. Pero Alison mostró ser astuta una vez más y comenzó a golpear nuevamente. Yo fingí toser y sacudí un poco el estuche, haciendo que cesaran los golpes. Ronald me dirigió una extraña mirada.


-Perdón, es que estoy algo enferma.-Mentí.
-Está bien.-Contestó, pero puedo asegurar que algo no le cerraba. Sin embargo siguió con sus cosas.


Las horas habían pasado demasiado rápido para mi gusto, y ya solo faltaban 20 minutos para la presentación, y creo que Ronald estaba por reventar de nervios, era un hombre bastante gracioso.


Dentro del colegio, había un salón, más bien era como un pequeño y nostálgico teatro donde siempre se realizaban actos de todo tipo. Los instrumentos descansaban arriba del escenario, demasiado perfectos para ser cierto. Contrabajos enormes, violines, saxofones, arpas, etc. Pero un momento... había dejado mi estuche en el aula! Salí corriendo por miedo a que se hubiese escapado, quién sabe que podría hacer? Afortunadamente al llegar, pude comprobar que aún seguía allí, debido al peso que había provocado al levantarlo. 


Camine inmersa en mis pensamientos hasta llegar al gran salón. Estaba detrás del telón y desde allí podía apreciar la calidez y los murmullos de la gente que ya comenzaba a prepararse, sentados cómodamente en las butacas. Felicidad, nostalgia, abrumación y esperanza, así en ese orden, fueron las emociones que recorrieron mi mente, siempre había querido dedicarme a la música, pero en la capitalista época en la que vivía, era prácticamente imposible. Y ahora? Quién sabe, quizás... una sonrisa adornó mi rostro, casi involuntariamente.


Decidí terminar con mis pensamientos de una vez por todas e ir a ayudar a Ronald, que de seguro, su pico de histeria estaría al máximo. Me apresuré por detrás de esas telas que adornaban la parte del escenario que el público no podía ver, pero tropecé con alguien, que en estos momentos, no era la persona más indicada.


-Angie!-Dijo a forma de saludo, algo sorprendido quizá. Con un relampagueo en sus aún extraños ojos, casi como pedazos de cielo.
Pero lo ignoré, estaba enojada con él. Y, por qué no, también decepcionada.
-Oye que te pasa?-Insistió con ese claro acento británico.
Solo bufé y seguí caminando, pero sin proferir un ''estúpido'' susurrando, pero lo suficientemente fuerte como para que me oiga.


Y tal como lo presentí, Ronald iba de un lado a otro, arreglando hasta el más mínimo detalle. El pequeño teatro ya estaba repleto, y todos estaban sentados en sus respectivos lugares, inclusive los que debían ejecutar la obra.


-Vamos Angie, preséntalos.-Me animó el profesor con personalidad más retorcida que conocí jamás.
-Yo?-Pregunté confundida y con algo de vergüenza.
-Claro! Quién más?-Él se mostraba seguro de sus palabras.


Y mejor era hacerle caso. Me acerqué hasta un pequeño micrófono y luego de asegurarme de proferir  varias estupideces, al no saber que es lo que debía decir, los ''presenté''. Podía sentir la penetrante mirada de Pete, algo confundido por lo sucedido minutos atrás.


Los contrabajos resonaban en lo más grave de su registro y a medida que más instrumentos se sumaban, todo iba cobrando más intensidad. Un silencio reconfortante descansaba entre el público.
Yo disfrutaba de aquella melodía que ya sabía de memoria, a un costado del escenario.


Una brillante y descabellada idea se apoderó de mi, al ver como no quedaba mucho tiempo para que la criatura escapase. Quizás, y lo más probable era que Ronald y el director me odiasen después de esto, pero sentía que era lo que debía hacer...




Volví cheee. La idea es que también les intrigue lo de George y John, pero bueno, lo dejo a su criterio (?)


PD: Miren, y adoren la belleza de Alex Turner, no es hermoso?