martes, 18 de octubre de 2011

Capítulo 3 Highway to hell..

Me acerqué a la puerta de su habitación, estaba cerrada. Golpeé y nada. No quería hacerlo más fuerte, sino mis padres despertarían. Pero no me quedó otra opción.
-Quién es?-Preguntó del otro lado, con voz de zombie.

-Yo!-Contesté.- Abre!
Abrió la puerta lentamente, por un segundo creí que era un sonámbulo, pero eso cambió rápidamente.
-Qué haces en mi habitación?- Preguntó.
Comencé a contarle todo, y hasta exagerando las cosas, como solía hacer siempre. 
-Espera.- Dijo mirando hacia algún punto de la pared.- Quieres que  escapemos a otro país, otro continente, nosotros solos por una cosa que supones que es así? Qué ocurrencia es esa?
-Una ocurrencia! Qué va a ser?- Dije.-Además, yo preferiría llamarlo ''Viajar a otro país sin antes haberlo anticipado''

-Jaja.-Rió él.- Suena bien...
-Entonces...?- Esperé su respuesta.
-Mmm.-Dudó.- Está bien...
-Enserio?- Dije y sonreí.
-Si.- Prosiguió.- Pero apúrate, no valla a ser cosa de que despierten.
Y así fue como salimos sigilosamente de casa, nada más con pocas cosas. No sabíamos como ir, ni como llegar. Ni siquiera a que dirección partir. Nuestros padres tenían bastante dinero, tranquilamente podríamos viajar en barco, incluso en avión, pero así sabrían a donde nos dirigimos. Lo único que teníamos a nuestro favor eran los pasaportes, ya habíamos salido del país anteriormente. Comenzamos a caminar por aquellas frías calles, los faroles iluminaban suavemente cada paso que dábamos. Parecía ser un pueblo fantasma, el silencio que reinaba allí era absoluto. Faltaría poco para el amanecer? Probablemente. Seguimos caminando, sin rumbo alguno. O al menos eso creía.
-A donde vamos?- Pregunté seguido de un bostezo, no había dormido en toda la noche.
-No lo sé.-Contestó.- Probablemente tomemos un autobús hacia algún puerto, y de allí, abordemos un barco de inmigrantes, allí nunca podrían encontrarnos.
-Woow.-Me asombré.- Eres brillante.
-Lo sé.- Dijo y sonrió.
Al cabo de una hora estábamos caminando por una desolada ruta. Ya se acercaba el amanecer trayendo consigo esa brisa fría que te causa escalofríos. El cielo comenzó a pasar de azul a anaranjado. Al cabo de un rato, comenzaron a pasar los primeros autos por allí. Paramos un par de horas al costado de la ruta, a los pies de un árbol donde los penetrantes rayos del sol no llegaban. Pasaron horas, pero parecieron minutos. De repente desperté, no entendía nada, hasta que recordé como y donde estaba. Volteé y Félix aún dormía.
-Eh!- Dije tratando de despertarlo.
-Qué sucede?- Preguntó sin comprender nada.
-A donde vamos?- Pregunté esta vez.

Él solo se limitó a empezar a caminar, pretendiendo que lo siguiera. Poco después, un anciano que pasaba por allí con su camioneta, se ofreció a llevarnos. 
-Hacia donde se dirigen niños?- Preguntó con una voz de quien acababa de levantarse. Con mi hermano nos dirigimos una mirada.
-Hasta la parada de autobuses.- Contesté, sin saber.
- Yo me dirijo cerca de allí.- Prosiguió el hombre.- Suban...
Subimos,los escalones estaban algo viejos, por lo cual fue difícil. Se acercaba la noche, y con ella todos los ruidos que trae. Mientras yo estaba entre el sueño y la realidad, aquel anciano le había contado toda su vida a mi hermano 3 veces, y de atrás para adelante, cosa que inevitablemente escuché. Las horas pasaban, lo que me hizo dudar sobre a donde nos estaría llevando aquel hombre. Pero a Félix se lo notaba tranquilo, y él sabía ubicarse mucho mejor que yo. Al cabo de poco tiempo, o mucho, quién sabe; llegamos. El lugar estaba iluminado, y solo había unas pocas personas allí, en su mayoría vagabundos, y gente que no se veía un día normal en la calle. O eso creía yo, después de todo, me había criado prácticamente dentro de mi casa con sirvientes, mucamas, niñeras, y todo lo que quisiese. Sabía muy bien que esto de ''vivir'' en la calle, no me sería algo fácil. 
-Bueno, creo que llegamos.- Rompió el silencio el hombre.
-Muchas gracias.- Contestó mi hermano y se bajó de allí.
-Adios!!!-Contesté como si lo conociera de toda la vida, él rió.
Seguimos caminando, hacia una ventanilla, donde había una mujer casi dormida. 
-Eemm.- Dije para llamar su atención.- Disculpe...
- Qué? Ah! Si, que se les ofrece?- Preguntó desganada.
No presté más atención sobre qué le decía mi hermano. Comencé a observar a las personas que estaban a mi al rededor. Cuantas historias tendrían para contar seguramente, y yo... absolutamente nada. 
-Oye, me estás escuchando?- Se quejó mi hermano.
-No.- Respondí simplemente, y se puso a contarme cuál era el plan...                                                                                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario