viernes, 28 de diciembre de 2012

Capítulo 76 My generation (3 últimos capítulos!)


1969 un año para recordar. Ese había sido el más desquiciado que hube sobrellevado, el más memorable de todos los que componían la década de 1960. Todo lo que sucedió se me torna difícil de explicar en estos registros, pero al menos voy a intentarlo.

20 de julio: la llegada del primer terrícola a la luna.

-No puedo creerlo.-Decía George con Pattie en sus brazos. 

Pattie Boyd, la joven de belleza deslumbrante y una de las más influyentes de la época. Había conocido a George durante la filmación de A hard day's night y desde ese momento resultaba raro verlos separados. Eran una hermosa pareja, no lo niego, pero me molestaba observarlos y saber que la joven, años más tarde, lo dejaría por el virtuoso guitarrista Eric Clapton, no sin antes pasar por Roonie Wood.

El televisor daba las imágenes de todos los preparativos antes de que "Apolo 11" partiese para cumplir su misión. Esto no era más que una demostración de superioridad social y tecnológica de una potencia mundial enfrentada a otra, pero preferiría no profundizar el tema. También había personas quienes afirmaban que todo era una farsa. Lo fuese o no, era emocionante verlo.

El humo que salía de la parte trasera de la nave, el rugido de esta y su acenso hacia los cielos, increíble sin dudas. Un hombre con un traje extraño, Neil Armstrong, el primer ser humano en pisar la luna, acomodaba triunfal una flameante bandera de los Estados Unidos de América y daba pasos agigantados sobre la extraña superficie. ''Es un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad" Afirmó más tarde... frase que sería recordada por el correr de los tiempos.

...

Estaba algo inquieta, no lo puedo negar. Sin embargo, algo de costumbre ya se había instalado en mí. El mismísimo Paul McCartney me observaba de una forma sumamente extraña, no podía descifrar lo que había en su mirada. Y no es que tuviésemos la mejor de las relaciones luego de que nos peleásemos hacía un par de años, pero por razones ajenas a nosotros, debíamos vernos algo seguido. Algo me decía, quizás ese sexto sentido del que tanto hablan, que el bajista había comenzado a sospechar.

Abbey Road Studios 12 de Agosto.

-No puedo creerlo.-Acotó susurrando un productor cuyo nombre desconocía.

El ambiente era pesado. Los cuatro Beatles con sus largas cabelleras estaban claramente en otra etapa de sus carreras como músicos, y ahora permanecían completamente en silencio. Paul afinaba su bajo sumamente concentrado mientras observaba algún punto de la nada. Ringo, por su lado, jugaba con sus baquetas golpeándolas contra la silla y George se encontraba sentado en una especie de mezcla entre trance y agonía. Mientras tanto, en alguna parte del edificio, John le sonreía a su reciente esposa Yoko Ono.

Yoko era una joven artista plástica japonesa con ideales revolucionarios. Nadie podía afirmar con certeza en que condiciones había conocido a John, ni tampoco como se habían enamorado de aquella manera, pero lo cierto era que desde ese momento él no había vuelto a ser el mismo. No era mejor, tampoco peor, completamente distinto. Había tomado más conciencia sobre su puesto en la sociedad y los múltiples problemas de esta. Ahora su humor se tendía mucho más al sarcasmo y a veces hacía dudar a uno si hablaba enserio o no, quizás por las cosas varias que acotaban las fanáticas acerca de su nuevo amor. Sin embargo, más allá de todo esto, puedo afirmar con certeza que fue el amor más puro y verdadero que vi jamás.

Los cuatro de Liverpool se encontraban en el estudio terminando de graban un Lp denominado "Abbey Road" siendo una de las últimas veces que se encontrarían allí como un conjunto, pero ellos no lo sabían aún, aunque todos lo habían pensado más de una vez.

Goodbye ruby tuesday! Londres, 3 de julio, día de lluvia.

-No puedo creerlo.-Solté completamente sorprendida luego de colgar el teléfono.

-Pasó algo grave?-Preguntó Juliet, quien había estado haciendo preguntas con su mirada mientas estuve manteniendo la conversación telefónica.-Quién era?

-Charlie.

-Estás asustándome, tienes una expresión tan...-Se detuvo a pensar, pero cambió de tema.-Qué Charlie?

-Watts.

-Adoro a ese muchacho, es tan cortes! Y claro, viene de familia, cuando no? Su madre es una mujer maravillosa, sumamente maravillosa y su padre ni hablar! Él...-Comenzó a decir, como de costumbre ella sabía vida y obra de cualquier persona que puedas imaginarte, pero se detuvo al observar mi fría expresión.-Qué sucedió?

-Murió... Brian murió!-Dije sin poder creerlo.

-Lo siento tanto.-Fue lo primero que dijo y me abrazó.-Como sucedió?

-Lo encontraron ahogado en su piscina.-Contesté, eso no me lo había dicho Charlie, pero lo tenía claro.-No sé sabe en que condiciones, probablemente tuvo un ataque de asma...

-Que tragedia!-Se lamentó.-Era un muchacho maravilloso aunque tenía un carácter extraño.

-Y no me extrañaría que ella tenga algo que ver con eso...

-Quién?

-Anita Pallenberg, no puedo creerlo.-Susurré, tenía un sentimiento dentro mío imposible de explicar.-Es decir, yo lo sabía, sin embargo me olvidé por completo. Si tan solo lo hubiese recordado, no estaría tan sorprendida.

-La muerte siempre sorprende, Angie.-Contestó.

Pensé. Anita era el motor de la banda en estos tiempos tan extraños, y eso lo sabía desde antes de viajar aquí. Sin embargo, un sentimiento extraño se había apoderado de mi, una mezcla de melancolía, odio y tristeza. Y además de haber abandonado a Brian por Keith, también estaba con Mick, y ahí fue cuando entró mi inevitable histeria de mujer. Quizás comprendiera a la joven por tomar aquella decisión, Jones era un joven muy desequilibrado y poseía una mente que perduraba en el eterno limbo entre la cordura y la demencia, y eso era precisamente lo que me había hecho tomarle más cariño. Era un ser hermoso, aunque su comportamiento causara algunas confusiones.  
Por otro lado, Charlie era el único con el que mantenía una relación de amistad en estos tiempos. Era el más sensato de todos y era increíble todo lo que sabía, las conversaciones con él fueron las que mejor recuerdo de mi vida. Los demás miembros del grupo se veían cavándose su propia tumba, inmersos en el alcohol y la droga. No digo que Watts no haga estas cosas, ni mucho menos, pero su espíritu de jazzman podía proporcionarle un límite.

-A donde vas? Está lloviendo!-Preguntó Juliet.

-Al funeral.-Contesté sin saber con exactitud a que hora se llevaría a cabo.

-Pero no estará allí esa jovencita? Creo que es mejor que te quedes en casa.

-No creo que esté allí, y en el caso de que así sea, debería soportarlo... él murió, Juliet!

Salí dando un portazo, no intencionalmente, pero así fue. Luego de divagar varias horas por las húmedas calles de Londres, sin dirección alguna, decidí pasar por la dirección que Charlie me había dado.

Había muchas personas allí, entre las cuales podían distinguirse reconocidas figuras populares e incluso periodistas. 

-Hola Angie.-Dijo Bill Wyman apareciendo de la nada, como acostumbraba hacerlo, era completamente impredecible.

-Hola momia.-Contesté, lo había apodado así desde hacía unos años, simplemente por su falta de expresión al tocar.

-Qué haces por aquí?

-Vengo a comer y tomar gratis.-Dije sarcástica y el rió.

-Me refiero, no es un buen ambiente, está algo melancólico.

-No es para menos.-Contesté mirando al rededor.

-Es una pena que esos ojos tan lindos reflejen tristeza.-Dijo él en un tono poético.

-Basta Wyman, no seré una más de tus 400.-Bromeé sobre aquel rumor y el joven rió.

De todas formas, terminé por aceptar que él tenía razón. Pasear entre la gente melancólica y ver el cuerpo pálido de Brian no era de mi agrado, y me parecía una costumbre un tanto morbosa. 


Me alejé del lugar predispuesta a volver a casa, y aunque no lo admitiese, en cierto modo salía de allí para no toparme con Keith y su estado deplorable acompañado de su hermosa lucifer. Además, me agradaba la idea de esperar a ver como continuaba todo, específicamente sabiendo que dentro de tres días tenían previsto un gran concierto gratuito en el Hyde Park, ideas de Jagger, claro está.

Me senté en la acera, que curiosamente se volvió el lugar más cómodo para este tipo de reflexiones. Saqué un cigarrillo de mi bolsillo y lo encendí. Era una de las primeras veces que fumaba, y realmente no sé con que propósito lo hacía, puesto a que el sabor no era algo que me agradase demasiado. Sin embargo, después de todo, cada uno tenía su forma de recordarlo.

London, Hyde Park 6 de Julio de 1969, día soleado.

El calor castigaba a Londres como si se encontrara en el más profundo de los infiernos, pero ni eso iba a poder detener un gran fenómeno que estaba a punto de suceder.

El gran parque se encontraba repleto de personas, había al rededor de medio millón. Era completamente increíble como uno se imaginaba a ese tipo de multitud y como era realmente. Había todo tipo de gente: unos bailaban al compás de tambores cual esclavos, otros dormían bajo los cálidos rayos del sol, y también los había drogados y haciendo cosas completamente sin sentido. Lo que uno llamaría "hippies" sin más ni menos.

Algo que llamó mi atención fue un grupo de estos, cuyo "líder" llevaba mantas sobre sus hombros y tenía el cabello largo. Este hombre caminaba con una rama como ayuda, al igual que los trepadores de montañas. Él afirmaba que todo esto era muy bueno, pero sin embargo Mick Jagger jamás podría igualar al místico John Lennon. Esta era la disputa de la década.

Algo bueno que tenía conocer a los miembros de una banda era que se podía tener algún privilegio y observar el espectáculo desde un costado del escenario. Lugar donde se encontraban Anita Pallenberg y la hermosa Marianne Faithfull con su hijo Nicholas, entre otros.

Sobre el otro costado, se encontraban los temidos Hells Angels, contratados para servir de seguridad. Eran un grupo de jóvenes con motocicletas y cascos con símbolos extraños quienes al parecer, tenían más alcohol en la sangre que las personas de quien tenían que proteger.

Ese día permaneció intacto en mi memoria. Pese al estado de todo mi entorno, decidí no consumir nada, especialmente para no olvidar lo que estaba sucediendo aquella tarde. 

-Me tiemblan las rodillas.-Bromeó Keith al escuchar al presentador anunciar la cantidad de gente que se encontraba en el parque.

-Creo que es natural estar nervioso antes de esto.-Contestó Mick Taylor, el virtuoso y callado guitarrista.

Por su parte, el excéntrico de Jagger hacía morisquetas y practicaba sus movimientos frente a un espejo.

El concierto arrancó con algo de demora, pero su público, a quienes su estado no les permitía tener noción del tiempo, no se dieron cuenta. Comenzaron con un homenaje a Brian liberando una enorme cantidad de mariposas blancas, después de todo, no podían dejarlo pasar. 

Continuó con una canción tras otra, haciendo bailar al extraño público y en un abrir y cerrar de ojos, o al menos eso me pareció a mi, terminó dejando en mi memoria un recuerdo difícil, muy difícil de borrar.

23 y 24 de Julio. Nueva York, Estados Unidos. Día... ¿día?

Esto me parece preciso registrarlo, puesto a que es un hueco de olvido en mi existencia. Lo único que puedo afirmar con certeza sobre estos dos días... es que no recuerdo ni el más mínimo detalle. Sinceramente, quizás halla consumido algún estupefaciente sin ser consciente de aquello, pero de todas formas, son dos días de mi vida que me parecieron no haberlos vivido.

Lo último que recuerdo es haber acompañado a los fab four a una gira a Estados Unidos, pasando específicamente por la ciudad de Nueva York. Allí vivía, un conocido personaje de la década: el misterioso Robert Zimmermann, más conocido bajo el nombre de Bob Dylan.

John y varias personas me habían contado lo que sucedía en su departamento. Siempre estaba repleto de personas. En una habitación había un pequeño grupo tocando la guitarra, en otra un par de enamorados, en la siguiente otros drogándose y así se convertía la casa del cantante de folk en un albergue, por así decirlo. En lo que respecta a él, podía encontrarse en alguna de esas habitaciones, pero también contaban que solía encerrarse en alguna de ellas y no salir de allí por varios días. Cuando por fin lo hacía, traía en su mano la próxima balada que treparía las listas a la velocidad de la luz.

Lo último que recuerdo de ese famoso 23 de Julio del 69, fue su áspera voz al recibirnos a Lennon y a mí. Me lamento demasiado no poder saber con exactitud que dijo, pero su voz permaneció en mi memoria como si hubiese sido ayer.


15, 16 y 17 de Agosto. Bethel, Nueva York. Woodstock: 3 days of peace & music.

El sol se asomaba por el horizonte de la ruta tiñendo los cielos de naranja, mientras los pájaros anunciaban la llegada del nuevo día: 15 de agosto, el día que daría comienzo a Woodstock.

Los vehículos se amontonaban en la carretera. Algunos eran pequeñas furgonetas celestes donde viajaban, al menos, 15 personas. Y si llegase a abrir el vidrio, saldría una cantidad de humo similar a una explosión.

-Estoy preocupada por Lucy.-Comentó Félix, quién la había dejado con Juliet, argumentando que no sería un buen ambiente para una niña.

-Descuida, estará bien.-Contesté.

-Estoy muy emocionada!-Exclamó Penélope abrazando a mi hermano.

Si, por fin había sucedido lo que todos esperábamos. Ambos se habían dado cuenta que estaban enamorados el uno del otro, y era la pareja más perfecta que jamás halla visto.

...

Esa fue la mayor concentración de personas que existió hasta el momento. Era sin dudas, el paraíso. Con algo de excesos, claro está. La cantidad de gente se extendía hasta donde tus ojos lo permitían, era algo completamente increíble. Sin embargo, la droga parecía ser más.

Este enorme festival se convirtió en un icono de una generación estadounidense que se encontraba harta de las guerras con vietnam y predicaban la paz entre las personas.

Esos tres días habían sido de muchísimo descontrol. Y para agregar ese toque que faltaba, mientras el Ravi Shankar interpretaba canciones, la lluvia torrencial comenzó a caer sobre la multitud. Por supuesto, esto no fue ninguna traba, ni mucho menos, los extraños personajes que allí estaban comenzaron a danzar bajoe  la lluvia de una forma bastante particular. 

Lo curioso de todo esto, es que el festival continuó hasta la madrugada, cerrando el primer día Joan Baez, quien estaba embarazada de seis meses.

Del segundo día recuerdo poco, debido a que dormí casi toda la tarde, era algo incómodo, pero no podía esperarse más. Cuando al fin desperté, Santana hacía rugir su guitarra parado en el medio del escenario. Más tarde, a la madrugada Creedence comenzaba su show luego de que unos amplificadores fueran sobrecargados. Luego continuó la mística Janis Joplin y los Who comenzaron a las 5 de la mañana, era increíble ver a Pete, ese jovencito londiense allí arriba.

El día siguiente, una tormenta colapsó el festival luego de la entrada de Joe Cocker, la cual duró varias horas. La gente había comenzado a irse, en especial esos que ya estaban casi agonizando. 

Y para el final, Jimi Hendrix comenzó a las 8 de la mañana, con su rasposa voz y su inconfundible guitarra. Una melancolía nació en mi: después de ver esto, ya nada tendría sentido. Pero me sentía enormemente feliz de presenciar aquello.

...

15 de Septiembre, Londres nuevamente. 

Los cuatro beatles se encontraban en mi casa, mi hermano los había invitado a cenar. Todo resultaba extraño, por su distancia y por la tensión con McCartney.

-Voy al baño.-Dije y me paré para evitar continuar en ese ambiente. 

Subí las escaleras y me detuve, no sabía que estaba haciendo, pero al menos era mejor que estar allí abajo. Me senté en la escalera, justo donde no podían verme para esperar un par de minutos así se haría más real la excusa de "fui al baño". De repente, algo me sacó completamente de mis pensamientos.

-Así te quería encontrar.-Susuró Paul apareciendo de la nada, parecía aterrador...



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Bueeno, se nos viene el final! Este "especial de navidad" se me atrasó un poquito jaja espero que la hayan pasado muy bien. Ahora subo otro capítulo como 2da parte del especial, tómenlo como de fin de año si tienen ganas, pasa que el dibujito de arriba queda bien y no tenía ganas de cambiarlo jaja

martes, 18 de diciembre de 2012

Confesiones de una mente revuelta

No publico esta entrada con el fin de que sea un capítulo o algo por estilo, más bien vamos a llamarlo una especie de "confesión". Quizás en unas horas muera, en unos días, en algunos años, nunca se sabe, y por esa misma razón quisiera  ahora descomprimir mi alma, como bien dice Poe. Hoy, por algún motivo que desconozco hasta el momento, algo surgió en mi, algo que se torna difícil de explicar. Un amor inexplicable hacia todo lo que conozco, vamos a denominarlo la vida en general. No creo que nada sea verdaderamente malo, es más... cada cosa que veo es aún más hermosa que la anterior. Supongo que solamente se trata de comprender que uno, el ser humano en sí, es tan  fascinante así como es solo una parte de la naturaleza... divino tesoro. 
Por mi parte, y siendo que el fin de esto es liberarme, confieso que pese a mis cortos años de vida tuve una diversidad de situaciones en las que puedo atribuirme muchísimos adjetivos: algunas en las que fui detestable y egoísta, otras completamente indiferente, también las hubo encontrándome feliz. Y ahí esta la palabra tan revolucionaria y anhelada: felicidad. A mi parecer, es algo completamente efímero, un estado de ánimo pasajero y que pasa desapercibido. Uno recién se percata de aquello tiempo después, cuando se pone a pensar en el pasado y se le escapa, sin querer, un melancólico "que buenos tiempos", sin darse cuenta que ese preciso momento es el que luego va a recordar de forma memorable, exactamente como había hecho anteriormente. Ahí está el punto más interesante de todos, si hay algo que les pido es que no desperdicien nada ¿Cuántas veces esperamos algo poniendo excusas para no hacerlo, sabiendo perfectamente que ocultamos nuestra cobardía tras ellas? Tu tiempo es hoy! ¿Qué estamos esperando para salir y hacer esas cosas que venimos postergando?
Todo lo que hay para hacer en esta vida es increíble como para quedarse reducido a lo cotidiano, no soy un ejemplo de vida ni mucho menos, pero día a día intento, fallidamente o no, seguir con este método. No se conformen, no hay nada peor que uno mismo y su miedo a estar mejor, su desconcierto frente a lo desconocido. Tampoco hay que ser extremista y convertirse en un ambicioso perseguidor, cualquier cosa en exceso hace mal.
''A veces es mejor anhelar un sueño que conquistar un mundo y después no saber que hacer'' terrible verdad... yo creo que una gran parte de la vida promedio de una persona se basa en soñar con metas que hacen la existencia más placentera. Yo puedo afirmarlo con certeza: he soñado más de lo que he vivido. No tiene mucho sentido hablar de esto a mi corta edad, pero si tiene sentido hacerlo con respecto a como gasté mis, pocos aún, años de vida. 
No te dejes vencer por el desaliento. Aprende a tocar la guitarra, a cantar, a hacer algún deporte... algo que te haga levantar día a día sabiendo que aún queda mucho por aprender. Cuanto uno sabe más es cuando se da cuenta que menos sabe, ese es el punto emocionante de todo esto. Al aprender cosas nuevas, caes en la cuenta de todas las otras que aún quedan... infinitas! 
No te dejes llevar por esas frases alentadoras pero tan vacías que dan pena, nadie puede enseñarte a vivir más que  uno mismo, y si no lo haces nadie va a hacerlo! Las cosas no se aprenden de otra forma más que topándose con la realidad, tan cruda y hermosa a la vez.
Hoy es el momento de hacer eso que antes no nos animamos, es increíble como las cosas empiezan a cambiar casi por arte de mágia cuando se le da el primer empujón. Hoy es el momento de escuchar música que nos haga sentir de todo, que nos haga sentir bien... vivos! Es el momento de ir a ver a tu banda favorita, así como de descubrir nuevas, de escribir una historia, de empezar una serie nueva.
Creo que no tengo más que decirles, definitivamente me descomprimí. Por más que a veces piensen lo contrario, verdaderamente no hay razón por la cual andar deprimido por la vida, todo pasa! 

And i think to myself, what a wonderful word!






lunes, 10 de diciembre de 2012

Capítulo 75 We are the mods!

-Donde estaban?-Preguntó John cuando entramos.

-Que haces así vestido?-Contraatacó Paul, en razón a que Lennon tenía un delantal de cocina.

-Pues hago la cena baby face.-Dijo agitando la espátula que tenía en su mano derecha.- Y ahora jovencito, si no quieres irte a la cama sin comer, dime donde has estado. 

Paul, al parecer acostumbrado a estas particularidades de su compañero, simplemente lo ignoró. Dejó las llaves sobre la mesa y se dirigió al jardín, donde el resto del grupo invadía la casa de mi hermano.

-Te crié como una madre soltera, con todo lo que eso implica y así me pagas? Ignorándome?-Prosiguió con su actuación, ahora agregando un llanto, mientras McCartney se alejaba.-Oh! Quién podrá ayudar a una madre despechada con un rebelde e insolente muchacho?

-John! Deja de hacer estupideces y ven a la cocina que va a quemarse la cena!-Gritó una voz femenina desde dicho lugar.

Yo reí ante ese comentario, pero una duda me surgió sobre la identidad de aquella persona. Sin darle demasiada importancia, puesto a que podría ser Valerie, la novia de Félix, me dirigí al jardín.

-Sube el volumen George.-Ordenó mi hermano.

-Oyentes, aquí les presentamos el nuevo single de la creciente banda Londiense The Rolling Stones.-Decía la voz de un locutor, y adiviné que como todos los días, estaría escuchando la radio en busca de novedades.-Grabado hace apenas unas semanas denominado ''Angie'', aquí va amigos...

Todos voltearon a verme, pese a que aún ni siquiera había comenzado la canción. Especulaban la historia de esa canción, sin haber oído la letra y sabían la historia que había sucedido entre Keith y yo hacía dos años atrás.

-Yo creo que es buena.-Comentó Richard, el ahora denominado Ringo.

-Lo mismo digo.-Opinó Valerie... entonces si ella estaba allí, quién era la mujer de la cocina?

Paul rodó los ojos mientras oía atentamente, me causó algo de gracias. Sin embargo, la letra era sin más ni menos justamente lo que sucedió en aquellos tiempos. La guitarra acompañaba perfectamente a esta, y la voz de Mick agregaba el toque final, si es que eso faltaba.

-Eso fue ''Angie'', amigos. Pareciera ser como una contraataque del "Yesterdey" De McCartney, pero a diferencia de este, la letra fue compuesta por su vocalista, Michael Jagger.

-Ah bueno.-Rió mi hermano. Todos tenían el mismo pensamiento en sus mentes.

-Qué?-Pregunté algo nerviosa.

-También has estado con ese psicópata?-Preguntó George riendo, más que nada porque él era el que mejor relación poseía con aquel grupo.

-No!-Contesté cayendo en la cuenta de por qué me observaban tan extraño.

-Queridos corderitos del señor.-Dijo John apareciendo por la puerta trasera, y agradecí que no se hubiera encontrado allí.-Quería presentarles a alguien...

-Uuuh.-Se oyó a coro.

-Cállense par de idiotas.-Puso orden y volvió con su expresión de amabilidad.-Ella es Cynthia, llévense bien con ella o les rompo la cara.

La joven rió y supuse que era ella quien había llamado a Lennon. Era algo alta y tenía el cabello rubio como un rayo de sol. Sus facciones estaban armonizadas entre sí, parecía ser una chica normal.

-Se viene el casamiento.-Bromeó Paul.

-Por qué lo dices?-Preguntó ella.

-John nunca nos había presentado a ninguna chica de este modo.-Completó George.

En ese momento apareció en escena Lucy, tan radiante como siempre. El reflejo de las estrellas que iban apareciendo a medida que nacía la noche, se reflejaban en sus profundos y verdes ojos. Félix no sabía quien era en realidad esa niña, quiero decir, tampoco yo, pero al menos ella me había confesado ser ''envidada'' de algún lugar. Curiosamente mi hermano, cada vez que, posteriormente, narraba la historia a sus nietos, la describía como el ser más hermoso que había visto en su vida.

-Hola.-Saludó contenta.

-Lucy, como has estado?-Pregunté.-Hace mucho tiempo no pasaba por aquí.

-Mira lo que encontré.-Dijo feliz enseñándome un pequeño frasco con un líquido bastante extraño por su color y brillo.

-Donde?-Pregunté curiosa.

-En la plaza.-Contestó con una sonrisa.

-Chicos, tengo una noticia para darles.-Dijo Brian Epstein entrando allí.

En aquel momento, apareció Penélope, con un colador de metal en la cabeza, a modo de casco guerrero, y una cuchara de madera en su mano derecha. En la otra, llevaba la tapa de una olla, como si fuese un escudo impenetrable.

-Winky!-Gritó, al parecer continuaba con su búsqueda.

Brian la observó inmóvil, pero al parecer ya estaba acostumbrado a este tipo de extrañas cosas.

-Como les decía.-Prosiguió.-Un conocido empresario se contacto conmigo. Ofreció una importante suma de dinero a cambio de que grabasen una publicidad para una conocida empresa de vehículos.

-Me parece bien.-Opinó McCartney.

-Ahora, Félix, debo pedirte un favor.-Se Brian a él.

-Si, lo sé, la casa Beatle es un caos. No hay problema, pueden utilizar la mía.-Dijo sin importancia.

-Gracias, sabía que podía contar contigo.-Sonrió.-Ahora debo irme, y ustedes cuatro, no quiero verlos otra vez en alguna fiesta desenfrenada. Los quiero en casa antes de las 12.

-Cerdo.-Susurró George.



Me encontraba una tarde de domingo paseando por las calles de Londres, era uno de esos días en los que se avecinaba una tormenta de verano. El cielo rugía como un el más glorioso de los leones y a continuación fueron cayendo poco a poco las gotas de lluvia fueron apoderándose de las calles.

Me refugié bajo el techo de la entrada de una casa, donde había ya un par de personas, esperando a que la lluvia se detenga, o simplemente disminuya su intensidad para poder volver a casa.

Estaba sumergida en mis pensamientos, cuando alguien me tocó el hombro.

-Aaahh!!

-Tranquila.-Rió.- Soy yo.

-Pete!-Lo abracé. Lo cierto era que hacía años no lo veía, puesto a que ambos habíamos dejado el colegio.

-Como estas?-Sonrió.

-Bien, y la banda?

-Mejor que nunca.

-Oí que ahora son mods.-Reí animadamente.

-Así es, Robert cree que es una buena estrategia.-Contó, haciendo referencia a su manger.

-Pues yo creo que es patético.

-No dirías lo mismo si vieses a Roger vestido de tal modo.-Rió.

Un hecho significativo de 1964, no podía pasarlo por alto, aún menos cuando sabía que debía registrar lo más que pudiese. Mods vs Rockers. Dos grupos conformados por jóvenes que no tenían nada mejor que hacer. Los primeros, excéntricos fanáticos de la ropa de marca, el jazz y la música negra proveniente de estados unidos. Los segundos, con camperas de cuero y largas cabelleras. Ambos solían juntarse en bares y consumir todo tipo de drogas. Claramente no podían encontrarse aquellos bandos, se llevaban como perro y gato. Y esto fue lo que sucedió en Clacton, un tranquilo pueblo londiese en la costa sureste de Inglaterra. Una batalla campal se libró luego de una noche de fiesta y anfetaminas, un día de semana santa, donde todos los jóvenes asistían. Esto supuso detenciones y multas en gran cantidad, y mucho material periodístico. Los medios, sin duda, cumplieron un papel importante, hablaron tanto del tema, que surgió la segunda batalla campal. Sin embargo, luego de esto, ambos grupos cayeron en la cuenta de que podían disgustarse entre sí, sin llegar a grandes destrozos.

Al leer periódicos que tratasen sobre el tema, me preguntaba si Pete estaría allí, pero lo dudaba mucho.

Al día siguiente, era la acordada visita del empresario, por la cual los cuatro fantásticos estaban tan ansiosos.

Cerca de las cinco de la tarde, me dirigí a la casa de mi hermano, puesto a que quería presenciar aquello.

-Timbre!-Gritó Ringo.

-Ya lo oímos, Richard.-Contestó George.

-Paul ve a abrir.-Dijo John.

-George, ve a abrir.-Contestó este.

-Ringo, abre la puerta.-Ordenó el otro.

-Siempre yo!-Se quejó y se dirigió allí.

-Sean corteses, por favor.-Ordenó Brian, mientras Ringo recibía a dicho personaje.

Al observarlo todos se quedaron en silencio, no por otra cosa sino sorpresa. Era de baja estatura, no medía más de 1 metro, quizás 1 metro 10.

-Tome asiento Sr. Mejour, como ha estado?-Dijo con modales Epsetin mientras se sentaba.

-Bien gracias, que bonito lugar.-Contestó.

-Si, aunque es algo pequeño.-Dijo John y Brian le dedicó una mirada fulminante.-Quiero decir eeh... acogedor.

Ringo ahogó una carcajada.

-Debes ser John.-Dijo el hombre.-Mucho gusto.

-El placer es mío, señor Menor.

-Mejour, es francés, John.-Contestó Epstein pensando de que manera asesinar al joven cuando el hombre se vaya.

-Entonces, les ofrezco esta cantidad de dinero, a cambio de que graben un anuncio para mi empresa.-Dijo y abrió un maletín repleto de billetes.

Todos se quedaron observándolo boquiabiertos. En ese momento, Penélope, que parecía pasar todo el día en aquella casa, bajó por la escalera principal, y al reparar en el visitante su expresión cambió por completo: sorpresa, alegría, emoción.

Al principio los fab four y su representante imaginaron que, puesto a que ambos eran franceses, se conocían, pero no tenía nada que ver. 

-Winky!-Gritó la joven feliz y bajó corriendo.-Llevo toda la semana buscándote. Y miren, trajo la olla llena de dinero!

-Oh no.-Susurró George y rió por lo bajo al ver la expresión de Brian.

-De que habla esta jovencita?-Preguntó el hombre.

-Sabe hablar!-Exclamó ella.

-Por supuesto que sabe hablar, Penélope.-Contestó Epstein intentando salvar la situación mientras se secaba la frente con un pañuelo.

-Yo sabía que te encontraría, pero no he visto ningún 
arcoiris por aquí.

-Usted está tomándome el pelo?-Se quejó él, parándose.

-Cálmese señor Mejour, le ruego que tome asiento nuevamente.-Sugirió el representante sin saber que hacer.

-Que pequeño es!-Rió ella.-Ya me imaginaba yo que sería un enano, pero sorprende. Y bien, vas a darme la olla con monedas de oro?

-Esto es el colmo!-Dijo poniéndose su sombrero.-Una verdadera falta de respeto. No hay negocio con ustedes, insoletes, adiós.

Sin más, salió por la puerta principal, sin dar tiempo a nadie  para detenerlo.

-Winky! Por qué se fue? Dije algo malo?-Preguntó la joven.

-Van a matarme algún día.-Susurró Epstein antes de desplomarse sobre el sofá.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Capítulo 74

-Bienvenida a mi morada!-Exclamó el pequeñín abriendo una pequeña puerta situada en un árbol.

Seguramente mi expresión fue muy notoria, porque la criatura se percató de aquello y me explicó:

-No es lo que parece, sino mucho más grande.-Buscó una llave en su sombrero con la cual abrió la puerta de corteza.-Pasa...

Seguí a la pequeña criatura cayendo en la cuenta de cuan extraño era lo que me estaba sucediendo. Y más aún me asombre cuando noté que al entrar se encontraba un largo pasillo. Éste estaba completamente adornado con cuadros, alfombras y lámparas exóticas. Luego de varios metros, comenzaron a aparecer puertas en ambos lados con picaportes de oro trabajados cual joyero.

El pequeño duende, o enano, no estaba segura de que fuera, se detuvo y me observó.

-Qué pasa?-Me atreví a preguntar.

-Iba a decirte que aquí.-Señaló la primer puerta a la derecha.-Es el guardarropas, pero veo que no traes abrigo.

Seguimos caminando y llegamos a lo que parecía ser la sala principal. El fuego ardía cálido en la chimenea y unos sillones se encontraban al rededor de este. Una pared estaba completamente cubierta por estantes y libros, cerca de un millón de libros. Más allá se encontraba el comedor, con una mesa larga, como para 20 personas y una enorme lámpara conformada por luciérnagas que iban de acá para allá. También había una puerta abierta de par en par que dejaba en evidencia la cocina, donde también había otra puerta, pero cerrada.

Todo era tan rústico y elegante a la vez, un lugar indescriptible que provocaba una sensación indescriptible.

-Eso es maravilloso.-Comenté asombrada

-Gracias por el alago.-Contestó con una media sonrisa.-Tienes hambre?

-La verdad que sí.-Dije notándolo.

-Siéntate por favor, enseguida traigo algo.-Dijo y salió en dirección a la puertecita cerrada.

Haciéndole caso a mi extraño anfitrión, me senté en una silla de las que se encontraban frente a la gran mesa y observé el lugar. Entre tanto, el pequeño duende llegó con algo que no creí real.

La mesa estaba llena completamente de distintos tipos de té, pasteles de todos los tamaños y colores e incluso una enorme torre de mufins. Eso había sido una de las mejores cosas que me sucedieron jamás y me hacía recordar sumamente a la fiesta de té del Sombrerero.

-Y donde vives?-Preguntó sirviéndose una taza humeante.

-En Londres.-Contesté aún mirando impotente la cantidad de comida, sin saber por donde empezar.

-Como es que has llegado a parar aquí?-Inquirió y bebió un sorbo.

-Sinceramente no lo sé.-Di un mordisco a un enorme pastel de chocolate.-Manejé sin rumbo alguno y tuve un pequeño accidente que me desvió de la carretera.

-Comprendo.-Dijo reflexivo.-Temo que estás bastante lejos de Londres y sinceramente no encuentro explicación lógica a tu llegada aquí. Siendo que tu vehículo se averió, tardaría un par de días en arreglarlo y que pudieses volver a tu hogar. También sería la misma cantidad si decidieras ir a pie, sin embargo puede arreglarse con un poco de magia.

-Gracias.-Sonreí.

Luego de la gran merienda el pequeño ser me indicó la habitación de huéspedes, la cual creo innecesario mencionar lo hermosa que era, como cualquier rincón de la morada. Él se dedico a leer en la sala y me dijo que me despertaría para la cena, puesto a que me encontraba bastante cansada y además debía curar las heridas del accidente.

Habían pasado tres días allí, en los que vi más cosas extrañas que en toda mi vida, que jamás hubiese imaginado su existencia. Resulta curioso como uno cuanto más sabe, se da cuenta que menos sabe y todas las cosas que quedan aún por saber.

-Angela, el caballo de metal ya está listo.-Dijo él entrando en la habitación, así se refería al auto.

-Enserio?-Me asombre.-Gracias!

-Por la tarde debemos partir hacia el oeste, en dirección a las montañas azules.-Comentó extendiendo un mapa sobre la gran mesa.

-Debemos?-Pregunté.-También vendrás?

-No podrías llegar tu sola, estas son tierras muy confusas...

No se habló más del tema en toda la mañana y cada uno se dedicó a hacer sus cosas. Por mi parte, me aseguré de acomodar todas mis pertenencias, que no eran muchas, pero no quería causarle ningún tipo de molestia.

-Gracias.-Dije al pequeño cuando estábamos a punto de emprender el viaje de regreso a Londres.

-Es mi deber.-Contestó con la cortesía que lo caracterizaba.

Se acomodó unas gafas de piloto, a las cuales acompañaba con una bufanda a cuadros, y pusimos en marcha el vehículo. El motor comenzó a rugir y, a mi asombro, andaba todo a la perfección.

-Hacia allí.-Dijo luego de varios kilómetros de recorrido, cuando nos encontrábamos en un cruce de caminos.

-Como digas.-Contesté y obedecí.

Era la hora el ocaso y el sol se escondía en el horizonte tan enorme e inalcanzable como él solo. Con sus tibios rayos de primavera teñía el cielo con todos los tonos de naranja y rosado.

-El color naranja se llama así por la fruta o la fruta se llama así por el color?-Pregunté al pequeño mientras recorríamos una larga carretera.

-Verdaderamente me veo en un aprieto al enfrentarme a esta pregunta, pero como todo amante de la naturaleza es mi deber creer que la fruta le dio origen al nombre. La realidad a la palabra.-Contestó bastante pensativo. Adoraba ese estado de ánimo en él, y también su modo de hablar, aunque solía tener mal humor muy seguido.

-Es razonable.-Contesté mientras leía un cartel con la leyenda de ''Cambridge'' y me asombré de lo lejos que nos encontrábamos de Londres.-A este paso llegaremos en dos días, uuufff....

-Me tomé el atrevimiento de hacerle remodelaciones al vehículo.-Declaró.

-De que hablas?

-Mira esto.-Dijo y presionó un botón que nunca había visto allí, seguramente era un agregado de los que hablaba el hombresillo.

A continuación el auto rugió. Rugió como un león en la mañana. Por la parte de atrás comenzó a salir humo de color rosado y enormes alas se desplegaron en ambos lados, como por arte de magia. Quizás de eso se tratase, magia.

No tardamos mucho en llegar a ese paso, de hecho esa misma tarde aterrizamos, y nos encontrábamos a tantos metros de altura que el auto no podía distinguirse para la gente que caminase normalmente. 

-Ahí están Lennon y McCartney, qué hacen en la casa de Félix?-Me pregunté en voz alta.

Aterrizamos cerca del lugar y continuamos el camino como si fuese un auto común y corriente.

-Ese no es tu auto Félix?-Preguntó John ahogando una carcajada.

-Qué?! Dónde?!-Se exaltó él.

-Será mejor que no te vean...-Dije al pequeño duende.

-Estoy de acuerdo.

-Entra aquí.-Le señalé mi mochila y pese a su disgusto y sus quejas no tuvo otra opción.

-Está hablando sola?-Se preguntó Paul.

-A esta altura no me extrañaría.-Se resignó mi hermano.

Paré el vehículo justo frente a ellos, me puse la mochila al hombro y bajé. Todos se quedaron mirándome extrañados.

-Hola.-Saludé rompiendo el silencio, y ahora se dirigieron miradas entre ellos.

-Llevas cuatro días sin aparecer, la policía de Londres está buscándote en este instante!-Dijo mi hermano cual padre enfadado.

-Donde te habías metido?-Preguntó Lennon, más calmado. Dirigí una mirada a Paul, quién bajó la cabeza.-Comprendo, así que tiene que ver con McCartney, no es así?

-No.-Mentí.

-Y entonces... podrías develar tu paradero? Digo, si eso es posible.-Dijo Félix.

-No recuerdo.-Dije y me palpé la cabeza, una fuerte puntada la atravesaba.

-Winky?-Apreció Penélope en el umbral de la puerta, buscando algo entre los arbustos.

Todos quedaron en silencio mirándola, excepto Lennon, quién poseía una pícara sonrisa.

-Qué buscas?-Preguntó mi hermano quien, por la expresión de John, adivinó que sucedía allí.

-A Winky!-Contestó como si fuese algo obvio.- John me contó que hay un elfo escondido en la casa, y si lo encuentro me dará una olla llena de monedas de oro.-Dijo feliz y continuó con su búsqueda.-Winky!

-Lennon...-Susurró Félix.

-Es divertido.-Se excusó él.

-No te aproveches de su estupidez.-Declaró.

-Está bien.-Se quejó John y entró a la casa como un niño al que acaban de privarle salir a jugar al jardín.

-Y, volviendo al tema... estás bien?-Inquirió Félix.

-Si, creo.-Dije observándome.

Entramos a la casa de mi hermano, donde Lucy se encontraba jugando en el jardín acompañada de las expediciones de Penélope y su búsqueda de elfos.

-Angie...-Susurró Paul cuando estuvimos a solas.

-Qué?

-Lo siento.

-Que interesante...-Parecí indiferente.

-De verdad. Estos días de tu ausencia no pude mantenerme tranquilo ni pegar el ojo por las noches. Me siento tan culpable!-Declaró con toda la sinceridad en sus verdosos ojos.

-Como mínimo deberías.-Contesté. A decir verdad no estaba enojada con él, pero era divertido hacerlo sufrir un poco.

-Estos días reflexioné sobre mi comportamiento.-Dijo sin prestar atención a mis palabras.-Quisiera hacer algo para repararlo. Quieres ir a comer algo conmigo?

-Bueno.-Contesté reprimiendo una sonrisa.

Subí al auto de Paul, quien me abrió la puerta del acompañante como todo un caballero.

-A donde vamos?-Pregunté cuando hacía ya 15 minutos que llevaba manejando por las afueras de Liverpool.

-Es una sorpresa.-Me observó de costado y guiñó un ojo. Irresistible característica del bajista.

Y, no pude hacer menos que sonreír algo sonrojada.

-Te hice reír!-Exclamó divertido.




-No.-Me puse seria.-Solo sonreí.

-Es lo mismo!

-No!-Dije poniéndome aún más seria a propósito.

-De todas formas te ves linda.-Remató con su sonrisa encantadora.

-Si me diesen una moneda por cada mujer a la que le dices eso, sería asquerosamente millonaria.-Dije y el ahogó una carcajada que ocultaba verdades.

Él detuvo el vehículo frente a una especie de campo el cual estaba completamente rodeado de árboles, pájaros y extrañas plantas con flores. Bajó y se dirigió a la puerta del acompañante, pero yo, que no estaba acostumbrada a aquellas cosas, abrí la dicha puerta adelantándome a Paul, por lo tanto lo golpeé con esta.

-Perdón!-Dije apenada pero sin poder contener una carcajada.

-No hay problema.-Dijo palpándose la nariz con una media sonrisa y una mueca de dolor.

Caminamos varios minutos bajo el radiante sol de la tarde con el armonioso canto de los pájaros, y él se detuvo bajo un sauce que se encontraba a los pies de un río.

-Te parece bien aquí?-Preguntó extendiendo una manta en el suelo.

-Claro.-Contesté y me senté allí.

De una pequeña cesta sacó comida, se veía patético haciendo esto, pero era divertido. 

Habían pasado dos horas allí y ahora nos encontrábamos sentados descansando bajo el enorme árbol.

-Has estado bien estos días?-Preguntó mientras comía algo.

-Claro, por qué no iba a estarlo?-Dije y me percaté de la situación.


-No importa.-Dijo sacudiendo su cabeza.

-Quiero salir de aquí!-Oí una voz casi como un susurro.

-De donde?-Pregunté a Paul.

-De donde qué?-Pareció no comprender.

-Nada, nada.-Dije y consideré la idea de que podría haber sido producto de mi imaginación.

Hasta que de repente en el medio de una entretenida conversación volví a oírla. En ese momento recordé como si me hubiese caído un balde de agua helada sobre la cabeza... aún tenía al duende encerrado en mi mochila!

-Sácame de aquí ahora mismo!-Pareció impacientarse. Afortunadamente Paul no alcanzaba a oír su pequeña voz.

-Ahora no puedo.-Dije susurrando.

-Por qué no?

-Luego te explico!-Me quejé.

-Qué cosa?-Preguntó McCartney.

-Ehh... sobre donde me encontré en estos días.-Dije lo primero que se me vino a la cabeza.

-Está bien, no necesito explicaciones. En todo caso debería darlas yo.-Dijo y sonrió levemente.-No has comido nada...

-Tienes razón.-Dije y me incliné a buscar algo que pudiese meterme en la boca.

-Como puedes comer con la culpa de tenerme aquí encerrado?-Se quejaba el duendecillo.

-Así.-Dije y me metí todo el pan en la boca, tanto que apenas podía masticar.-Mmm pan sin culpa ¡que rico!

Al parecer estaba dando un espectáculo muy extraño, porque la expresión de Paul era tal que si no estuviese en problemas, hubiera reído durante tres horas seguidas.

-Ahora vengo.-Dije parándome y corrí detrás de un enorme árbol.

-Angie estás bien?-Preguntó Paul desde lejos, pero lo ignoré.

Abrí mi mochila rápidamente y el hombresillo se encontraba mordiendo la parte interior, y bastante enfadado.

-Hey, ya puedes salir.-Informé.

-Ya era hora.-Dijo enojado y se sacudió su ropa.

Incliné el albergue de la pequeña criatura y este saltó poniendo sus pies en tierra firme.

-Gracias por todo.

-De nada.-Contestó indiferente.

-Bueno, tengo que irme.-Dije dirigiendo la vista hacia donde se encontraba Paul.

McCartney estaba observando las nubes, al parecer, bastante perdido en sus reflexiones. Al escuchar mis pasos volteó en dirección hacia donde me encontraba e hizo un gesto para que me sentara a su lado, y así lo hice. Nos quedamos varios minutos encontrando curiosas formas en las nubes, obviamente absurdas.

-Mira esa!-Exclamó divertido.-Parece y perro con alas... y sin cabeza.

-Paul, estás bien?-Reí ante su descubrimiento y volteé en dirección a él.

Y lo vi. Era el pequeño duende que estaba trepado en la cabeza de McCartney, y este, debido al poco peso que poseía la criatura, ni lo había notado. El hombrecito reía en silencio, al parecer tenía pensado hacer alguna broma o algo por el estilo. Debía haber estado más alerta, siempre dicen que aquellas criaturas son propensas a hacer ese tipo de cosas, sin embargo me había ayudado mucho más de lo que no, así que no podía reprochar demasiado.

-Qué pasa?-Paul se puso serio, al parecer había estado varios segundos mirándolo reflexiva.

El duende estaba a punto de hacer algo que me hubiese arrepentido toda mi vida si no lo hubiese detenido, algo que no viene al caso explicar, puesto a que debo retroceder algo en la historia para que pudiesen comprender al gravedad del asunto.

-Paul, tienes...-Estaba a punto de decirlo, pero consideré que no era lo más apropiado.

-Qué? Angie, estás asustándome

Y puesto a que solo quedaba un segundo antes de que el beatle sea víctima de la pesada broma de la criatura, no me quedó otra opción. Me acerqué a él, algo repentinamente, y lo besé. Paul pareció sorprenderse, pero este estado de ánimo no duró demasiado, no más de 2 segundos. Mientras mantenía al bajista entretenido, por así decirlo, me las arreglé para sacar al pequeñín de su cabeza y depositarlo en el suelo, haciéndole señas para que se largara, cosa que comprendió a la perfección.

Cuando observé que, luego de una seña de despedida, la criatura se marchó, me separé de McCartney, quién tenía una sonrisa de oreja a oreja, esa que provocan ganas de borrarlas con una buena piña, pero a la vez dan ternura.

-Creo que se está haciendo tarde.-Dije rompiendo el silencio.

-Qué? Ah! Si, si.-Dijo volviendo a este mundo.-Deberíamos volver.

Y así pusimos en marcha el vehículo emprendiendo el viaje de regreso a Liverpool.


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 Heey, volví. Hace mucho que no publicaba ningún capítulo y ahora que tengo vacaciones, creo que voy a subir más. Si no me equivoco, solamente faltan 3 o 4 capítulos para que termine, y me puse nostálgica (?) Bueno, ahora voy a escribir el que sigue... cuidense gente!