miércoles, 14 de marzo de 2012

Capítulo 60

Estábamos caminando las frías calles de londres, que comenzaban a ser adornadas por unos hermosos copos de nieve que caían como plumas sobre el suelo. Cada tanto, una leve ráfaga de aire los elevaba y los hacía danzar entre los aires melancólicos de la vieja capital de Inglaterra. Los faroles producían una luz muy leve a un lado de la calle, aunque no era muy necesario debido a que la noche no había caído por completo.
Caminaba al lado de Keith, con nuestras manos entrelazadas, alguna que otra vez volteaba a apreciar lo lindo que se veía con ese toque de concentración en el rostro. Estaba bastante pensativo, más de lo normal, seguramente estuviese observando ese paisaje, que no lo culpo, era digno de admirar.

-Y.. como te cayeron mis amigos?-Preguntó sonriente, rompiendo el hielo.
-Son hermosos, en especial Mick.-Bromeé. Era curioso que siempre diga esas cosas y él no se enojase ni lo más mínimo, supongo que ya estaba acostumbrado, sin nombrar que él hacía exactamente lo mismo.-Cuando terminemos, voy a estar con él.-Afirmé seguido de una carcajada.
-Si, pagaría por ver eso.-Contestó irónico y sonrió.
-No haría falta, nuestros hijos llenos de rulos y ojos celestes irían a sus ensayos y te llamarían ''tío Keith''.-Contesté ahora, él dejó escapar una carcajada.
-Y también irán mis 16 hijos, todos rubios con largas pestañas y rulos.-Dijo exagerando y dándome a entender que tendría hijos con la hermosa Marilyn Monroe.
-Si claro Keith, llámame cuando eso suceda.-Bromeé.
-Lo mismo digo.-Contestó.
-Por lo menos yo conozco a Mick.-Dije triunfal.
-Oh si, ya me imagino su boda.-Contestó perspicaz, como siempre, con un toque de ironía en su voz. Dejándome sin palabras.


No sé muy bien como habíamos llegado a encontrar ese lugar, pero lo cierto era que nos pasábamos tardes enteras recorriéndolo. Era un río si no me equivoco. Tenía el aspecto melancólico de una vieja playa. Nuestras huellas iban dejando en evidencia nuestra presencia allí. Las olas grises y espumosas se desarmaban en la orilla tan solo unos pocos pasos de nosotros. Desde allí podía apreciarse el cielo completamente nublado, con algunas nubes de color gris oscuro que anunciaban que la lluvia no tardaría en llegar. 


No decíamos ni una sola palabra ¿para qué? No hacía falta. Éramos como un alma sola, dividida en dos. Nada me inspiraba tanta paz como caminar con él en aquel extraño lugar, suena cursi lo sé, pero así era. Keith era como mi otra mitad, podía hablar de cualquier cosa con él como amigos, podía pelearme y molestarlo como hermanos e incluso actuar como un matrimonio. Aunque también tenía sus cosas por las que hacía que me enojase.


Un trueno inmesamente fuerte y aterrador, que hizo vibrar los cielos grises, me sacó de mis pensamientos.


-Oh oh.-Dijo Keith mirando hacia arriba en forma de preocupación.
-Si me mojo me van a matar.-Proferí. Y eso era lo cierto, no podía mojar mi brazo enyesado.
-Será mejor que nos vayamos.-Contestó él y se sobresaltó al escuchar otro trueno, yo reí ante su reacción.-Que es tan gracioso?-Se quejó.
-Tu cara.-Contesté y reí nuevamente.
-Ya vamos Angela.-Dijo ahora.
-No, está bien, yo puedo ir sola.-Contesté, lo cierto era que su casa quedaba para el otro lado.


Esa tarde quedó sellada con un abrazo y me encaminé hacia mi casa, sola, pese a sus insistencias.
Tardé bastante tiempo debido a que me quedé hablando con un vagabundo que se vestía de payaso y regalaba globos a los niños, aunque no era muy amigable que digamos y tampoco tenía un lindo aspecto de payaso alegre como para que los niños se le acercasen, sin embargo era muy chistoso.


Llegué a mi casa con intención de descansar un rato de un largo día, pero allí estaba mi hermano y sabía que eso era imposible con él allí.


-Hola enana fea, donde estuviste?-Preguntó comiendo, como siempre, ese chico tenía un apetito infinito.


Simplemente lo ignoré y me senté en el sofá. En el momento en el que estaba a punto de cerrar los ojos, el timbre sonó.


-Qué eso?-Preguntó Félix.
-El timbre.-Contesté.-Está roto.
-Ah, parecía un perro afónico.-Comentó mi hermano y si que tenía razón.


Me levanté del sofá y abrí la puerta. Allí estaba Mary con su uniforme escolar y su pequeño hermano Arthur, me había olvidado que hoy debía cuidarlo!


-Hola Mary.-Dije feliz y los invité a pasar.
-Lo habías olvidado, no?-Preguntó divertida, al parecer era muy predecible.
-Como sabes?-Inquirí sorprendida.
-Te conozco.-Profirió con un tono de orgullo en su voz.


Los minutos pasaron y Mary se fue dejando al pequeño con nosotros. 


-Bueeeeno, yo me voy.-Comenzó a decir Félix, pero lo detuve.
-Tu no te vas a ningún lado.-Dije.-Me ayudas.
-Está bien.-Se resignó, ya que estaba en deuda conmigo.


Me acerque al pequeño que miraba muy entretenido la televisión, me había olvidado de su nombre


-Hola.-Lo saludé con un sonrisa y él volteó.-Como te llamas? Olvidé tu nombre.


Él me miró de arriba a abajo y volvió a mirar entretenido la televisión, sin decir palabra alguna, que niño grosero!


-Así no se hace.-Me comentó Félix por lo bajo.-Mira y aprende.


Dicho esto se acercó al pequeño y se agachó hasta quedar a su altura.


-Que onda?-Lo saludó y el niño volteó.-Como te llamas eh? Si me dices te doy un caramelo.
-Arthur.-Contestó feliz el pequeño.
-Lo ves?-Me dijo mi hermano, triunfal.
-Yo soy Felix.-Se presentó él mientras le entregaba una bolsa llena de dulces, que vaya a saber uno de donde sacó.


Y desde ese momento supe que sería una larga tarde




Tardé mucho en leer, ya se, pero vieron como es esto que a veces te agarra el bajón y no te dan ganas de subir una mierda, bueno, ahí tienen (?)

No hay comentarios:

Publicar un comentario