sábado, 6 de octubre de 2012

Capítulo 72

Tres largos meses había reducido el almanaque desde aquel día. En ese momento en el que lo oí gritar histéricamente vestido de caballo, había sido el principio de una extraña, pero no menos importante, relación, y no me refiero a lo que en este momento estarán pensando. Debido a su corta edad,yo vendría a cumplir un papel de hermana mayor, pero, aunque confesarlo sería un pecado, él sabía muchas más cosas que yo. Su incontrolable temperamento lo había llevado a practicar batería, para encontrar otra salida a su locura. Y, aunque a veces se le hacía imposible quedarse quieto, podría afirmar que era una de las personas más graciosas que había conocido.

También comencé a asistir nuevamente al colegio, asegurándome estar libre de monstruos o cosas por el estilo. Pete seguía igual de... idiota, Annica y el resto de la clase tampoco habían cambiado demasiado. Pero el colegio no era algo que me interesara demasiado en estos tiempos.

Y, ya que tocamos el tema, mi hermano y John habían resuelto a la perfección el problema de nuestros padres, por lo tanto Félix se curó de su malestar. Olvidé mencionar eso, él estaba sufriendo una especie de enfermedad no identificable por ningún médico de la ciudad, pero claramente, se debía a que su existencia estaba desapareciendo. Por suerte, quiero creer que fue suerte, idearon un plan por el cual nuestros padres lograron conocerse, enamorarse y hacer todas esas cosas que suelen hacer los jóvenes.

Con respecto a los chicos, su fama crecía de forma inalcanzable, y pese a que no me sorprendía, me daba orgullo, en especial conociendo en persona a John y sus expectativas de algunos meses atrás. Cayendo en la cuenta que esto estaba sucediendo más rápido de lo esperado, decidí pasar más tiempo con ellos, o por lo menos lo suficiente como para conocerlos más.

-Qué pasa?-Pregunté a Townshend en la clase de biología, debido a que observaba un punto fijo en el aire con una expresión bastante intimidante.

-Hoy ensayamos con la banda.

-Y no deberías estar feliz?-Inquirí sin comprender.

-El baterista últimamente no se lo toma enserio, llega a la hora que quiere.-Contestó fastidiado.

-Ah.-Dije sin demasiado interés, pero una idea cruzó como un rayo por mi cabeza.-Pete...

-Qué pasa ahora? Cuando me dices así nada bueno se avecina.-Rió.

-Conozco a alguien que podría reemplazarlo a la perfección.

-Pero...-Dijo reflexionando.-Podría ser, debería consultarlo con los chicos, creo que ellos también creen que hace falta un cambio. Como se llama?

-Keith... Moon.-Contesté cayendo en la cuenta que probablemente yo sería la persona que uniese a The Who, algo que me llenaba de orgullo.

-Y como lo conociste?

Comencé a contarle toda la historia de aquella tarde en la que lo vi disfrazado de caballo, hasta aquel día en el que fuimos por un helado y, curiosamente, terminó en una comisaría. Pete escuchaba atentamente, aunque no demasiado convencido.

-Smith, Townshend, hay algo que quieran contar al resto de la clase?-Preguntó al profesora.

-Perdón.-Dije y puse atención en las extrañas explicaciones que daba acerca de el organismo de las ranas.

El día llego y Keith parecía estar más emocionado de lo normal. Era una especie de audición y había varios jóvenes que allí se habían presentado.

Por no presentarme, y además ser una ''mujer'' me hicieron esperar en una especie de hall. Estuve una larga hora allí, ya conocía de memoria todas las pinturas y adornos de la habitación de la casa, por lo que solo me quedó la opción de quedarme observando el techo. Tenía entendido que era la casa de Pete, pero sinceramente demasiado no me importaba. Al cabo de un rato, salieron de una habitación que se encontraba a la derecha.

-Angela me aceptaron!-Dijo eufórico Moon.

-Lo sabía.-Dije alegre.

Al cabo de un rato salimos de allí y me contó cada detalle, incluso agregó que había roto el bombo de la batería y seguramente eso los había convencido.

Él siguió su camino hacia quién sabe donde, y yo decidí caminar un rato. Luego de divagar media hora me encontré en esa calle cerca del parque, la cual estaba llena de cafeterías, bares y pubs.

Me detuve un segundo a observarlos. Donde se cruzan las dos calles, los jóvenes bailaban al ritmo de Elvis, que sonaba en la rockola con uno de sus últimos sencillos. Me senté en la acera, que curiosamente se había vuelto el lugar más cómodo para reflexionar. Había influido en una de las mejores bandas de rock de todos los tiempos, que podría pensar acerca de ello? Por otro lado, provocamos que nuestros padres casi no se conociesen, y por lo tanto, que nosotros nunca hubiésemos existido. Y, por primera vez, asumí que esto de viajar en el tiempo era bastante peligroso.

En ese momento alguien tocó mi hombro, como llamándome. Volteé hacia ese lado, y no había nadie, por lo que reaccioné y volteé hacia el otro. Nunca lo hubiese imaginado. Allí estaba Keith, y me refiero a Richards, riendo ante la broma que me había jugado.

-Hola.-Pronuncié sin saber que más decir.

Por el contrario, él decidió simplemente no decir nada, y muy a mi sorpresa, me besó. Duró un tiempo considerable, en el cual mi cabeza no paraba generar pensamientos unos opuestos a los otros. Fue una sensación rara, una mezcla de felicidad y melancolía. Algo que me hizo dar cuenta de que en cierto modo lo extrañaba.

-Perdón?-Dije algo asombrada.

-Hola.-Rió.-Como estás?

-Bien, no creo que haga falta que te lo pregunte a ti, no?-Dije riendo.-Y la banda?

-Cada vez mejor.-Sonrió.-Tocamos todos los sábados en un pub a unas calles de aquí, el lugar es maravilloso.

Reí ante tan extraña palabra en su habitual vocabulario ''maravilloso''.

-Me imagino las cosas que deben hacer ahí.-Dije con ironía, él simplemente decidió responder con una sonrisa.

-Podrías ir a vernos este fin de semana.-Propuso.

-Podría.-Consideré la opción.-Creo que es mejor que quedarme en casa leyendo revistas con Juliet.

Él soltó una pequeña risa.

-Angie.-Dijo ahora, sonaba tan bien cuando lo decía él.-Tengo que irme a ensayar, nos vemos el sábado.-Agregó dándolo por sentado.

-Adiós.-Contesté y lo vi alejarse del lugar, con un paso algo torpe y apresurado.

Luego de unos minutos decidí que también debía irme de allí,  y emprendí mi camino de regreso a casa. Iba pensando en el trabajo de literatura que debía realizar para el día siguiente, cuando me encontré en la entrada de mi hogar. Observé al otro lado de la acera, y pensé unos segundos que sería de la vida de Iván. Sabiendo que no iba a encontrar una respuesta inmediata, entré sin más.

Luego de terminar el exasperante trabajo, decidí observar el trabajo de Juliet. Les recuerdo que había comenzado sus estudios hacía poco tiempo, y estaba preparando algo así como un trabajo parcial.

Jim estaba en el trabajo y Félix, de seguro estaba intentando arreglar las cosas con Valerie, por otro lado, los cuadros de mi habitación estaban hartos de escuchar mis problemas y conocían mi vida de memoria, por lo que el único recurso que me quedó era ella... Juliet.

-Qué estas haciendo?-Pregunté.

-Un trabajo para la universidad.-Contestó de forma obvia mientas cortaba enormes telas.

Decidí dejar de distraerla, al menos por un rato. Y me dispuse a mirar por la ventana, la noche caía poco a poco y ya estaba acercándose la primavera.

Al cabo de varios minutos de aburrimiento, el teléfono resonó en toda la casa.

-Hola?-Dije tomándolo.

-Buenas tardes, se encuentra a Sra. Juliet Smith?-Dijo una joven del otro lado de la línea.

-Si.-Contesté y aparté el teléfono.-Juliet, es para ti.

Pareció estar algo sorprendida, al parecer en aquella época, las mujeres no recibían muchos llamados telefónicos, a menos que sea de parte de sus amigas contándoles como era el nuevo vestido que se habían comprado.

Me dediqué a observar sus expresiones, para intentar adivinar que sería lo que le decían.

-Si, soy yo.-Contestó a una pregunta que seguramente le habían hecho.

Se hizo un momento de silencio, en el cual ella oía atentamente lo que le decían.

-No puedo creerlo!-Se quedó helada e hizo otra pausa.-Ya voy hacia allí. Adiós.

Dicho esto colgó el teléfono y le dirigí una mirada de intriga. Ella esbozó una enorme sonrisa, parecía haber recibido una buena noticia.

-Me llamaron de la revista Vogue.-Comentó feliz.-Debo ir para colaborar con una sesión fotográfica.

-Enserio? Genial!-Me alegré por ella.

Tomó un abrigo que se encontraba al costado de la entrada principal, su bolso y abrió la puerta, pero solo se quedó observándome.

-Y?-Preguntó.

-Y qué?-Dije sin comprender.

-Vienes?

-Eh.. yo..-La verdad era que no lo había pensado.

-Vamos! Será divertido.-Insistió en tono maternal.

-Está bien.

Dejó una nota sobre la mesa dirigida a Jim y salimos del lugar. Afuera soplaba una brisa primaveral que traía consigo el dulce aroma a flores, y en el cielo se comenzaba a asomar la noche que moría en el horizonte en un tenue tono de celeste, donde se escondía el sol.

Llegamos a un enorme edificio que se distinguía bajo la escritura de ''Vogue'' en su entrada principal. Juliet entró al lugar decidida, y saludó a un par de jóvenes y ancianas que se encontraban en el hall. Se acercó a un ascensor yo solo la seguía y me dedicaba a contemplar el lugar. 

La mujer estaba nerviosa, y por más que recordase los miles de consejos leídos en revistas, se le notaba, en especial porque daba aproximadamente 10 golpesitos por segundo al suelo con su pie.

-Ya cálmate.-Reí, ella solo sonrió.

El ascensor se abrió haciendo el típico ruido que produce al abrirse, como ya dije. Una gran habitación se presentó delante de nosotras, y lo único que atinamos a hacer fue quedarnos boquiabiertas observando, y aún dentro del ascensor.

Era una habitación inmensa, algo parecido a un estudio. Algunas jóvenes iban de aquí para allá llevando papeles o comida. Otras se dedicaban a maquillar a las respectivas modelos y todas esas cosas. También había enormes y modernas cámaras fotográficas, para aquella época, claro está; y esos típicos fondos blancos.

Una mujer se acercó hacia donde estábamos. Pude notar que Juliet se ponía más nerviosa aún, si eso era posible. La mujer anteriormente mencionada tenía rasgos finos y era de estatura normal. Sus ojos eran verdes y su cabello rubio; llevaba puesto un vestido negro con una cinta blanca.

-Juliet!-Se alegró al verla.-Por fin llegas.

-Buenas noches Sra Morris, ella es mi sobrina, Angela.-Dijo en vista de que la mujer me observaba.

-Hola.-Contesté y reí internamente gracias a mi estúpido comentario.

-Qué hermosa es!-Dijo y sonrió.-Podría sernos de gran ayuda.

-Si es lo que estoy pensado, lo siento señora, pero no me gustan esas cosas.-Contesté y ella soló sonrió.

-Vengan, es por aquí.-Dijo por fin.

La seguimos atravesando la gran habitación y llegamos a otro de los tantos lugares donde parecía que iba a llevarse a cabo una sesión fotográfica. Sin embargo este lugar era mucho más hermoso. Estaba situado al lado de un enorme ventanal desde el cual se veía toda la ciudad de Londres, abajo de este había unos blancos y mullidos sillones, y el lugar estaba lleno de flores de todos y cada uno de los colores posibles. Me senté allí y observé: Juliet estaba recibiendo las últimas indicaciones de como sería todo aquello. Parecía estar tan feliz, y eso me alegraba, era un lugar hermoso.

-Juliet, Angela, quiero presentarles a alguien.-Dijo Morris acercándose.-Seguramente ya la conocen, ella es Bridgitte, y será quién protagonizará esta sesión.

-Hola, como están?-Dijo la joven con una sonrisa.

Miré a Juliet, simplemente parecía deprender arcoiris de sus ojos. Y lo cierto era que tenía una razón para hacerlo, la joven era hermosa. La sonrisa iluminaba su rostro y sus brillantes ojos verdes.

Todo comenzó como debía y yo, para no estorbar me senté en aquel sofá tan cómodo que poseía una bella vista. Contemplé como la joven posaba para la cámara con tanta naturalidad, volteé a observar el paisaje, Londres era hermoso iluminado por las luces de la ciudad. Sonreí, este había sido un maravilloso día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario