jueves, 8 de noviembre de 2012

Otra noche del montón

Lo que sucedió aquella noche fue, sin dudas, algo más allá de mi entendimiento. La luna se alzaba implacable sobre la inmensa e inalcanzable oscuridad. Y lo vi. No podía creer como podía existir algo de semejante magnitud en este mundo lleno de arrogancia y fronteras. Quizás, pensándolo mejor, es una idea descabellada la de "enamorarse" de alguien que jamás había visto, de alguien que hasta ese momento, no imaginaba que existiese. Sin embargo, así era. Y, me sonrojo al confesar, que mientras escribo esta breve revelación, escucho una melancólica melodía de la banda que, en cierto modo, hizo que lo viera esa noche. Sus ojos de un extraño y claro color tenían un brillo especial, y pese a que había leído mil y una historias sobre aquello, nada se compara con la cruda realidad. Me dediqué a disfrutar de las personas que allí en el escenario daban lo mejor de sí, o al menos eso aparentaban, excusándome de que solo sería un amor platónico de recital, uno más del montón. Y, como cualquier mente lúcida mandaría, me permití observarlo unas veces más. Creo que ese momento es uno de aquellos que no pueden explicarse con simples, o complicadas palabras. Su sonrisa. Era la más hermosa que jamás había visto y me llenaba de alegría observarla aunque sea una vez más. Las luces iluminaban su rostro poniendo en evidencia su cabello rojizo, inevitable debilidad. Y comprendí que quizás, todo ese afecto que había tomado a un extraño, no estaba ligado a más que con el contexto, quiero decir, si lo viese por la calle un día normal no me hubiese causado tantas sensaciones como este momento, que quizás se mezclaban con la euforia de ver a una de las mejores bandas de rock de la historia. Sabía que el show estaba a punto de terminar, como buena fanática, guiándome por las canciones y la liturgia de estar allí. No quería que terminase, más que nada por que sabía que, pese a haberlos visto por segunda vez, la banda se iría y me dejaría un vacío existencial difícil de llenar. Tantas noches de espera, tantos días deleitándome pensando que cada segundo era uno menos en la cuenta regresiva. Y también sabía que algo similar sucedía con mi amor platónico, me apenaba saber que jamás lo volvería a ver. Sin embargo, como acostumbran a ser los finales de estos encuentros, te llena de felicidad, sin razón aparente. Y sucedió lo inevitable. El show terminó y todas las personas, aún con esa sonrisa de satisfacción en sus rostros, se dedicaron a salir del lugar. Debo admitir que puse varias excusas para ir hacia el mismo lado que él, que resultaron bastante creíbles. Iba pensando en que quisiera verlo una vez más, por lo menos a forma de despedida, y de paso, ver con la claridad de la ciudad si en verdad se trataba de el ser más hermoso que jamás vi. Sin embargo, como suele ser en estos casos, no lo volví a ver desde entonces. Y ahí está el lado emocionante y melancólico de enamorarse de algún desconocido, saber que  ni antes ni después sus caminos volverán a cruzarse. Suena algo cursi, pero así es, solo un momento que pasa volando. Pese a todas estas complicaciones, jamás olvidé su cálida y deslumbrante sonrisa, y creo poder recordarla hasta el final de mis días.

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Hola gente querida. Esto es algo así como una ''confesión'' o bien podría tratarse de una breve historia. Creo que voy a empezar a publicar cosas así, sin dejar de lado el fic, cabe aclarar. Esta en particular es medio cursi, pero tan real que me apena escribirla, y seamos sinceros, todos tuvimos un amor platónico en la calle, en un recital, o donde fuese. Bueno, espero que les guste :)

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