Capítulo 35 Seis dedos...

Por lo tanto, nuevamente estaba delante de esa sonrisa que me volaba la mente. 
-Wow, que rápido!-Volví a decir. Pero no intencionalmente, había sido sin querer. 
''Idiota deja de decir eso'' Seguía apurándome la voz de mi interior.


-Qué cosa?-Preguntó Stuart. Estaba por decir ''nada'', pero la imagen de Mary aconsejándome que diga cosas extrañas se apoderó de mi mente.
-La...-Dije pero no se me ocurría que decir.- La ventana.
-Qué ventana?-Preguntó extrañado. Era absolutamente graciosa esa escena.
-La de mi vecina.-Contesté aguantando la risa.
-Oh, nunca había escuchado denominar ''rápida'' a una ventana.-Dijo y rió levemente, era una risa demasiado melodiosa para ser verdad.
-Claro que si, ellas son muy rápidas, se corren justo antes de que pueda arrojar un televisor a través de ellas.-Conteste con un tono de sabiduría.
-Nunca he visto aquello.-Contestó Stuart siguiéndome la corriente.
-Yo si, pero eso les pasa a las personas que son, como decirlo... específicamente un adefesio.-Dije haciendo énfasis en estas últimas palabras, con una expresión graciosa, que a decir verdad no sabía su significado, pero sonaban bien.
-Interesante.-Dijo él y sonrió.
-En especial si tienen seis dedos en su mano derecha.- Dije ahora divertida, escondiendo mi mano derecha detrás de mi. No tenía seis dedos, pero eso serviría, además de que la situación era divertida.
-Tienes seis dedos?-Preguntó extrañado Stuart, por lo que no me contuve y solté una risita.
-Claro, todas las personas normales los tienen.-Conteste seria ahora.
-Yo no.-Dijo y sonrió.
-Nadie dijo que tu eras normal.-Contesté y reí muy estúpidamente. Él solo seguía observando mi mano escondida detrás de mi.-Te dejaré verla si respondes la siguiente pregunta.
-Está bien.- Contestó ahora. 
-Escucha bien por que no voy a repetirlo tres veces, pero si dos.-Dije divertida.- Si hay un perro blanco con manchas negras y lleva un sombrero, viajando en un tren a 44 km por hora. Y en el mismo instante en que el tren recorrió 5 km de la segunda hora, parte otro tren en la dirección contraria, desde Londres. Viajando a la misma velocidad que tarda un pato amarillo en cruzar una cerca. Como se llama el señor que viaja sentado detrás del perro?
-John?-Preguntó riendo.
-No.-Contesté fingiendo decepción, pero mi expresión cambió completamente de un segundo a otro.- Pero como soy buena dejaré que veas mi mano.


En ese instante saqué mi mano detrás mio y la extendí a Stuart como triunfante.
-Vamos, cuenta.-Lo obligué.
-Son cinco.-Dijo ahora.
-No lo creo.-Conteste y comencé a contar casi susurrando, claro, iba a contar uno demás.- Un...dos.. tres... cuatr... cinc.. y Seis!
-Son cinco.-Volvió a decir.
-No, no ves?-Conté nuevamente, mal apropósito.- Son seis.
-Como digas.-Contestó y sonrió.
-Stuart, adiós, enserio no tengo tiempo para que me hables de tus seis dedos.-Dije ahora muriendo de risa por dentro.-Nos vemos algún día.
-Pero si tu eras la que...-Comenzó a decir, pero lo interrumpí poniendo un dedo sobre su boca.
-Shh, adiós.-Dije ahora.-Te escribiré, contesta o ya verás.
-Claro que si.-Dijo sonriendo.- Adiós.


En ese instante caminé hacia Mary de una forma graciosa, como solía hacerlo cuando estaba feliz. Aún tenía la máquina entre mis manos, por lo que la dejé a un costado, sino Félix comenzaría con el cuestionario.


-Hola chicos!-Dije sumamente alegre.
-Por qué tan feliz, que hizo Stuart?-Preguntó John, pero lo ignoré.


Mary se alejó un poco para hablar, y preguntarme como había salido el plan. Mientras iba avanzando el relato ella moría de risa. Hasta que por fin, con esto arreglado, decidimos volver al día en el que ellos volverían. 




Es un capítulo muy raro jajaja espero que les guste, no se por que escribí esto, a las 2 de la mañana siempre escribo cosas raras (?